Género y educación

Género y educación

Por: José A. Ramírez Figueroa, Ed.D.

Discutir el tema del género suele levantar agrias controversias. Por un lado, habrá quienes piensen que se está hablando de los derechos de la mujer y del trillado tema de la liberación femenina. Por otro lado, habrá quienes salten, tal vez con cierto extraño temor, al pensar que se estará reclamando derechos para aquellos queostentan una identidad diferente a la heterosexualidad. Sin embargo, en ambos casos eso sería limitarse a un tratamiento muy superficial para un asunto muy profundo.

Lo cierto es que, por otro extraño temor, o quizás por el mismo, el género como motivo de discusión genera en muchas personas cierto cosquilleo neuronal, cierto arranque de sudor frío, cierto salpullido y cierto tartamudeo… anteun falso concepto de su propia identidad. ¿Por qué será? ¿Qué podemos hacer? Mi yo optimista diría que la educación es el arma ideal para generar una discusión acerca del género, como vehículo para comenzar a limar asperezas mentales que fomenten un diálogo abierto que conduzca a un mayor entendimiento entre todas las personas. Mi yo pesimista diría que sacudir el avispero no conduce a nada, yaque el conservadurismo extremo suele salirse con la suya y tiene el poder para detener cualquier intento de traer a la discusión estos asuntos.

Experiencias recientes abonan mi pesimismo. Quién no recuerda aquella amarga polémica que emergió desde el Departamento de Educación hace apenas casi dos años. La manzana de la discordia fue una carta circular que pretendía “fomentar prácticascurriculares, proveer servicios y difundir información que propenda a la equidad entre los géneros”. A primera vista, creo que pocas personas podrían objetar estas legítimas intenciones. Sin embargo, no todos pensaron así.

En la carta, el entonces secretario de Educación, Rafael Aragunde, establecía una diferencia bastante general entre el sexo como concepto biológico y el género comoconcepto social, distinción que comúnmente encontramos en la literatura especializada en estos asuntos. O sea, en ese sentido, la carta circular no expresaba nada que no se hubiese dicho antes mil veces. Luego, el documento indicaba que era necesario desarrollar proyectos educativos que fomentaran “la igualdad entre los géneros, la justicia, la libertad, la paz, la convivencia solidaria, la participacióndemocrática y el respeto a la diversidad humana”. ¿Hay algo malo en todo eso? ¿Acaso la igualdad, la justicia, la solidaridad y el respeto no son valores que toda sociedad de nuestros tiempos se enorgullece en defender?

No obstante, medio país quedó escandalizado, incluyendo una gran cantidad de maestros y maestras. Lo que ocurre es que hay muchos educadores que afirman que es necesarioaceptar los cambios sociales, pero en el fuero interno permanecen sumamente tradicionalistas e inmovilistas. Son personas que aseguran ser muy liberales, muy de avanzada, pero al rascarles un poco la piel aflora una gran cantidad de prejuicios incongruentes con esa actitud liberal que proclaman.

Hoy, casi dos años más tarde, aún no entiendo el porqué de tanto revuelo con la carta circular. Dehecho, encuentro que el lenguaje del documento era bastante tímido, pues entrelíneas se leía el temor del Secretario de tomar el toro por los cuernos, y utilizaba frases como “grupos invisibilizados o excluidos" y “otros sectores” para referirse a los homosexuales, lesbianas, transexuales, etc., que al fin y al cabo forman parte de esta inmensa diversidad humana y nadie debe negar su existencia,sus aportaciones, sus derechos y sus responsabilidades. ¿Cuándo todo esto dejará de ser un tabú? ¿Cuándo los funcionarios que hacen política pública se atreverán a ponerle el cascabel al gato? En un documento que pretendía hacer justicia al defender la equidad entre los géneros, esta omisión resultó imperdonable. Sin duda, el Secretario anticipaba las críticas de los grupos religiosos y...