Apenas él le recita el poema, a ella se le agolpaba el corazón y caían en dudas, en salvajes confusiones, en suspiros exasperantes. Cada vez que él procuraba tocar su rostro, se enredaba en unsueño quejumbroso y tenía que observarla de cara a los ojos, sintiendo cómo poco a poco las miradas se cruzaban, se iban acercando, hasta quedar tendidos como dos locos enamorados que se le han dejadocaer unas rosas sobre el pecho. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella queda tan asombrada y enamorada de sus versos, aceptando en que él aproximara suavemente susmanos. Apenas se tocaban, algo como un ulucordio los atrapaba, los rodeaba y juntaba cada vez más, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia delorgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían lasmarioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
Una pareja que estaba juntauna noche y que el le leía un poema de amor a ella para tratar de conquistarla, pero a ella le daba pena, tanto que ese enrojecía y no podía creer tantas cosas bonitas que el le decía. Cada vez queel trababa de acercársele para tocar su hermoso cabello y linda cara, ella no lo permitía ya que sentía una sensación por todo el cuerpo difícil de explicar, esto fue en un principio porque en unmomento dado ella quedo tan asombrada y encantada con todos los halagos de él que termino aceptando las caricias que el trataba de hacerle. Apenas rozaban sus pieles y se transportaban a un mundo fueradel normal como si solo existieran ellos dos. Poco a poco se fueron acostumbrando uno al otro y las caricias ya no eran nada fuera de lo normal para ellos. Y siguieron así amándose sin límites....
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