Gatos en mi jardin

10 de Febrero de 2010
Estaba muy temprano regando las plantas de mi caótico jardín cuando al dirigir el chorro de agua hacia una esquina donde crece una planta de espigas alargadas, salió deimproviso un visaje negro aterciopelado que se ocultó a toda prisa en lo alto de una de las columnas que sostienen mi barda.
La mañana aún no terminaba de nacer, y aún que ya se distinguían con claridadalgunas imágenes, lo furtivo de la aparición dentro de las sombras que aún cubrían los arbustos me hizo sobresaltar.
Alcé la mirada hacia la parte alta de la columna hacia donde había huido el“visaje”; y ahí, con intensos ojos ámbar e iris de ranura vertical “algo” me miraba fijamente con una expresión que a mí me pareció más una súplica que una amenaza.
Agazapado en posición de espalda redonda, conlas patas recogidas bajo el vientre como resortes apretados listos para soltarse poderosos por si requería volver a escapar; orientando un par de orejas triangulares como antenas hacia el frente yolfateando con minúscula naricilla el aire que yo invadía, una hermosa gata negra sostuvo valientemente su mirar frente a mis ojos por varios instantes.
Pensé que mi presencia finalmente la obligaría aevadirse hacia algún patio vecino, pero eso no sucedió. Mas bien, en los instantes en que ambas fijamos nuestros ojos una en la otra, pude advertir en ella un rápido vistazo de su enfoque hacia elrincón de arbustos de donde había salido.
Entonces empecé a mirar yo también hacia ese mismo lado, y ahí, debajo de las hojas aplanadas que se erguían como espiga, un pequeño y sedoso bultito negroempezó a moverse.
Pequeñito, redondo y tembloroso, intentaba caminar con pasitos torpes tiritando de frío. Su pequeño lomo de felpa dejaba entrever una delicada capa de pelusa que como suaves púaspuntiagudas sostenían cada una, en cada punta, una gotita transparente de agua clara.
Temblaba y abría la boca de lengua roja para pronunciar un diminuto llanto parecido a un silbido; un clamorcito...