Gustavo Y Los Miedos

Páginas: 10 (2371 palabras) Publicado: 14 de noviembre de 2012
Editorial El Barco a VaporAutor Ricardo Alcántara
GUSTAVO Y LOS MIEDOS
Los miedos aparecieron cuando la tía Milagros se instaló en casa de Gustavo. Hasta entonces elniño no los conocía. Pero la tía no los trajo en su vieja maleta. Lo que pasó fue que la mujer losllamó y ellos acudieron presurosos para sembrar el temor.Resulta que la tía Milagros, cuidaba al pequeño mientras sus padresestaban de viaje.Gustavo hazle caso a la tía - le recomendó su madre antes de partir.Y él se esforzaba por seguir los consejos de la madre. Con la tía Milagros se llevaba muybien.Sólo discutía a la hora de comer. La mujer estaba convencida de que los niños sanos debíanestar rellenitos y mofletudos. Y para ello era preciso comer en abundancia. Así es que le servía aGustavo los platos llenos arebosar. Tanto, que él se veía incapaz de acabarlos.- 
Come, come, insistía ella. A ver si engordas esas piernas, que parecen dos palillos.Es que no puedo más protestaba el niño. Y ella lo miraba muy seria, a punto de perder lapaciencia. ¡ Hasta que un día la perdió! Entonces, enfadada y con el ceño fruncido, le amenazó: Si no comes el bicho de la oscuridad te llevará con él.Gustavo abrió unos ojosmuy grandes, ojos cargados de susto. Jamás había oído algo semejante.¿El bicho de la oscuridad? repitió asombrado.Siiii, es muy malo con los niños delgaduchos como tú, afirmó la tía Milagros ocultando una sonrisatraviesa.La tía pensaba que lo que no se conseguía con buenas palabras se lograba con la ayuda del miedo.Y los miedos, que son seres endiablados, acuden veloces cuando alguien losnombra.En aquel momento precisamente, uno andaba cerca. Y, al oírlos, entró en la casa. Tal como lasmoscas cuando descubren la miel. Se trataba de un miedo bajo y delgado. Tenía los ojos saltonesy los pelos de punta. Iba vestido de negro.Andaba paso a paso, se acercó a Gustavo. Y de un salto acabó por sentarse sobre el hombro delniño, muy cerca de la oreja. Sabía que desde allí le escucharía,aunque hablase en voz baja. Depronto, Gustavo se sintió tan inquieto que intentó acabarse la comida del plato. Lo intentó, si.¡pero no pudo! En la barriga ya no le cabía ni un granito de arroz. Allá tú- refunfuñó la tía-, Peroluego no te quejes, pues yo te lo he advertido. Gustavo respondió y fue a sentarse ante eltelevisor. Allí estuvo, casi sin hablar, hasta el momento de irse a lacama. Hasta mañana le dijola tía Milagros, y se fue a su habitación.Aquella noche no había forma de dormirse. Cualquier ruido le sobresaltaba. Pero finalmente,arropado por el resplandor de la luna, lo consiguió.Al cabo de un rato, se despertó. Tenía ganas de hacer pipí
 
¡Ahora es el momento!, se dijo el miedo, y los ojos le brillaron. A medio despertar y con la luzapagada, Gustavo se encaminó allavabo. Y cuando estaba en el oscuro pasillo, el miedo comenzóa hacer de las suyas. Casi con un hilo de voz, le dijo al niño:-Creo que detrás de esa puerta hay alguien escondido. El bicho de la oscuridad anda por allí.Es muy malo con los que no come Y Gustavo, en vez de no escuchar y desprenderse del miedocon un resoplido de indiferencia, le prestó atención. Eso envalentonó al miedo, que comenzóahablar con voz más potente. Si el bicho te ataca, estás perdido  le dijo. Gustavo sintió que laspiernas le temblaban. Recostado contra la pared, se veía incapaz de dar un paso. Vuelve a lacama -le aconsejó el miedo.Sin pensárselo dos veces, el niño corrió hacia la habitación. Se metió en la cama y se cubrió lacabeza con las mantas. Entonces permaneció quieto y encogido. Noconseguía dormirse. Entre elsusto, el pipí que se le escapaba y el temor a la oscuridad, Gustavo lo pasaba fatal. Viéndole así deasustado, el miedo disfrutaba a sus anchas. Incluso decidió llamar a otro miedo. Y el otro miedose presentó en un abrir y cerrar de ojos. Era robusto y barrigudo, sus orejas acababan en punta así como la de los burros. Y sujetaba sus raídos pantalones con una cuerda. Al igual...
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