Hay que reírse del enemigo: sócrates, justicia y bambucos.

Páginas: 16 (3997 palabras) Publicado: 30 de noviembre de 2010
Hay que reírse del enemigo: Sócrates, justicia y bambucos.

He aquí, mis querido lectores, que hoy me habla Sócrates; o más que Sócrates me habla el diálogo que entabla en La república con diferentes personajes alrededor de una pregunta que no puede dejar de hacer mella en mi humanidad: ¿cómo es posible demostrar, o más que demostrar, hacer vívido, que el justo vive mejor y es más feliz que elinjusto, cuando en nuestra realidad (o, por lo menos, en una de sus versiones) la injustica parece ser el camino más fuerte, libre y dominante? Fácil aparentar “bondad”, obtener beneficios de ello y por debajo de cuerda andar en las peores bajezas que, al parecer, abren todas las puertas. Difícil ser “bueno”, el bobo de la fiesta, el que da papaya, el que no sabe jugársela. La rectitud: caminolleno de eternos padecimientos, lejos de las anheladas roscas y beneficios ilimitados; lejos de la realidad Master Card, condecoraciones y monumentos, deliciosas franquicias del ego, pero eso sí, más cerca del los horrores del mundo, de sus torturas y encierros: (…) el justo será flagelado, torturado, encarcelado, le quemarán los ojos, y tras haber padecido toda clase de males, será al fin empalado yaprenderá de este modo que no hay que querer ser justo sino parecerlo (La República,V-362).

No he terminado de leer el texto; hasta el momento Adimanto, Glaucón y Sócrates discurren sobre cómo encontrar una argumentación convincente que permita poner en primer lugar, dentro del transcurrir mundano de los seres humanos, a la virtud; tarea nada sencilla cuando parecen tan contundentes losargumentos que defienden lo contrario, y que de manera muy resumida y “sui generis” acabo de exponer. Lo último que leí fue la siguiente apreciación de Adimanto, a mi parecer hermosa y llena de enigmas: la injusticia es el mayor de los males que puede albergar en su interior el alma y la justicia el mayor bien (IX-367). Ahora necesito buscar, si me lo permiten y tienen la paciencia suficiente paraacompañarme, caminos transversales; quiero darle otro tipo de continuidad a lo que leí y seguir con ustedes este diálogo socrático a partir de lo que me ocurrió el martes 8 de Junio a las 11:15 de la mañana, hace exactamente seis días.

Me encontraba en una celebración en el segundo piso de una casa vieja. Tomaba vino en busca de una embriaguez dulce y sin nefastas consecuencias, ese tipo deembriaguez que todo lo suaviza y le da una extraña ligereza a las formas. Hablaba de cualquier cosa cuando vi entrar a un hombre que inmediatamente me pareció conocido; sabía que era un hombre público, un personaje “Jet Set” de esos de corbata y calva reverenda. Cuando lo perdí de vista una de las personas que me acompañaba comentó: “¿Y ese tipo qué hace aquí? ¿Dónde dejó los grilletes?”. Pregunté quequién era. “Es Santofimio”. Risa nerviosa. Comenté con la misma ligereza con la que este personaje entró en escena: “Seguro le dieron permiso hoy en la cárcel”. Este es el evento epidérmico, ahora en estas líneas, evoco e invoco el evento visceral, lo que ocurrió detrás de mi máscara social: derrumbe, catástrofe de adentro: estoy tomando vino en el mismo lugar en el que se encuentra el cómplice delasesinato de Luis Carlos Galán. Tremenda ironía…

Cuando tenía cinco años veía partir a mi madre todas las mañanas a trabajar para la campaña de Luis Carlos Galán Sarmiento. Eran muy amigos, amigos entrañables. Puedo evocar a mi madre hermosa y plena, apasionada por las ideas y las acciones de este hombre. Siempre quise conocerlo y cada vez que le decía a mi madre “¿Cuándo va a venir a almorzar?”Me decía “Pronto, muy pronto; prometió que vendría cuando termine la campaña”. Yo no entendía qué era una campaña ni por qué era tan difícil que viniera, aunque fuera sólo un ratico. Para mi Galán siempre fue ese personaje que nunca llegó a almorzar conmigo a mi casa… Retazos de recuerdos que hasta el momento nunca había expuesto de manera pública; ahora lo hago y tiemblo. Luis Carlos fue un...
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