Imagen pensamiento de la semejanza

Un día decidí mirarme al espejo a pesar del miedo que siempre tuve en hacerlo; y la única reacción posible que pudo salir de mí fue un grito de asombro que en realidad no pude ver porque lo que mostraba el espejo era algo que nunca imaginé, algo que se asemejaba al cielo, a lo que siempre había entendido como cielo, pero en realidad ese cielo era yo: mis ojos eran como el sol y la luna; mi narizel cetro de Júpiter, mi boca la sensualidad de Venus. ¿Era real lo que veía? No lo sé, toda mi vida había tenido una idea sombría de mi apariencia pero ahora veía esto. ¿Era un sueño? Tal vez, y después de éste pensamiento eché un vistazo y entendí que ya no estaba en mi casa. Me encontraba en un lugar bellísimo en el que sobresalía un hermoso y grandísimo libro rojo que dudé en abrir pero quefinalmente tuve las agallas de poder hacerlo; el libro se llamaba La prosa del mundo atormentada por ese suceso extraño, pues el nombre me parecía conocido, tomé el libro y lo abrí, la primera página era un retrato mío(bueno, de lo que había visto en aquél espejo), pasé la segunda página y lamí mi dedo índice para hacerlo, pero después me invadió un miedo ridículo pues recordé aquella película “Elnombre de la rosa” donde los monjes hacían esto y morían pues el contenido del libro era prohibido para los saberes de esa época-La Edad Media-. ¡Qué susto! a pesar de lo ridículo de la situación habían sucedido las suficientes extrañeces para dudar que pudiera pasar algo parecido. No sucedió pero en un parpadeo ya estaba en otra parte, ¿el paraíso? Digo paraíso porque era como el de los relatos dela biblia o los que predicaba el sacerdote y ahí estaba el que supongo que era Adán y Dios le había dado la tarea de ponerle nombre a los animales y lo hacía, así, de la nada; parecía como si el nombre de cada animal, de el león por ejemplo saliera de su boca sin ninguna dificultad, como si tuviera cierta similitud con su forma y Adán tenía la capacidad de interpretar eso. Inteligentísimo, pensé,pero él no parecía pensar.
Todo esto no hizo otra cosa que causarme desconfianza y deseos de irme hasta que mi mirada posó en un acontecimiento que varias veces había visto en mi mundo, pero que nunca me había detenido en detallar: el mar tocaba la arena y ésta se dejaba tocar de aquél, parecía una sola fuerza pues no dejaba de existir uno a causa del contacto de la otra, no parecía existir unborde, era una sola conveniencia, única.
En mi distracción (Pues, estaba distraída con el resto que me rodeaba, y sólo atenta en el mar y la arena) no vi que un ave estaba a mi lado, quiero traer este momento porque no es raro ver un ave al lado, lo raro es que esa ave se parezca a ti. Sí, en realidad se parecía, un instante pensé que estaba al lado deun humano, otro como yo, mí semejante. El ala se parecía a mi brazo un parecido casi exacto; cuando tuve ese pensamiento el libro rojo que había encontrado que parecía que había entrado en él, porque aunque lograba verlo me sentía dentro de él, se detuvo en una página luego de hacer un estruendo. Era la página 86 de un texto que se llama “Escritos Escogidos” de Edgar Garavito que recordaba haberloleído en alguna de mis clases. Parecía recriminarme que creyera en la analogía de mi brazo con el ala del ave. Pues un dedo delgado señalaba justo en las siguientes palabras: “Pierre Belon en el siglo XVI escribe una Historia de la naturaleza de las aves. Allí aparece que el ala es como el brazo humano; que en la extremidad del ala hay elementos proporcionales a los dedos del esqueleto humano.Belon establece las similitudes entre el esqueleto humano y el de las aves…” “… Cuando Belon establece que “el ala es como el brazo así como las partes bajas del cuerpo son como los lugares infectos del mundo” no hace con ello sino responder al modo de ser del pensamiento de su época, en donde lo que importa es hacer una cosmografía universal para mostrar el proyecto de la creación en su conjunto,...