Importaciones

El parricidio
Pasaje de la tragedia de Edipo
Mito griego

Habla Ismene, invocando a Mnemòsine

-Cuéntame Diosa la historia de aquel varón de muchos senderos…, cuyo infausto sino, lo llevo a cometer tan cruento crimen; deseo conocer bien el origen de la historia que a marcado a sino trágico, toda nuestra descendencia. Soy ya vieja y mi vida ha sido un crisol de desgracias y sufrimientos…misma suerte han corrido mis hermanos y mis padres. Pronto partiré al Aqueronte a encontrarme con ellos; más bien sabio es, que en las oscuras aguas de la Estigia no hay respuesta, solo anhelos, añoranzas y un profundo sufrimiento, para aquellos no pueden recordar…

-No seré yo la más indicada, pídemelo a las Erinias hija de la sangre derramada por Urano sobre Gea cuando su hijo cronos destronandosu poder, lo castro;… ellas la han derramado por el mundo de los hombres y los dioses….

-¡No! ¡A ellas no! Esas feroces arpías han sido también mis perseguidoras… yo, que sin haber cometido crimen alguno, al igual que mis hermanos hube que pagar tanto… Mi errante Antígona movida a compasión, lazarillo de mi padre fue la única que al final de sus días alcanzo la gracia de sus dioses… Mas elresto de los otros, ¡quién mejor que tú! Que conoces nuestras desventuradas sagas.

-Entonces…, Ismene, que a bien te llamas ¡hija de la desgracia!, diiates mas las horas; que pocas te han de quedar y pídelo a Atena, la diosa de ojos de lechuza, ¡hija la mas amada de Zeus! Quien sintió una inmensa pena por los dos errantes…veló sus pasos.

Implorando a los cielos y con voz inspirada por el genio,Ismene así hablo a Atenea:

-¡Oh Diosa, de altos genios, ayúdame! ¡Oh memoria que apunta lo que vi, ayúdeme a recordar!,…cuéntame las causas; que empujaron al dolor y al sufrimiento a toda una progenie de insigne piedad, a hacer frente a tanta desventura. ¿Tan grande es la ira del corazón de los dioses?

Conmovida la diosa del clamor de Ismene bajó los estrechados cieios y le dijo:-“Escucha bien mis palabras Ismene y con ello comprenderás el porqué ninguna desgracia es producida por el inefable azar o por la ira de los dioses. ¡La fatalidad no es fortuita! … Por sino les correspondía el haber curado en sangre el haber sido hijo de sus padres…”

Escucha pues:

“Layo, hijo de Labdaco, de la estirpe de Cadmo, era rey de Tebas y estaba casado con Yocasta, hija del noble tebanoMenoceo. Sin haber tenido hijos en todos sus años de matrimonio. Anhelado vivamente un heredero, consulto el caso a Apolo de Delfos, recibiendo del oráculo la siguiente respuesta: << ¡Layo, pide la bendición de un hijo; pues bien, te será concedido uno. Pero sabe que por mandato del destino perderás la vida por mano de este mismo hijo. Tal es el mandato del Cronida Zeus, que a escuchado lamaldición de Pélope, a quien un día tu robaste el suyo!>>
Consciente de su culpa, Layo creyó al oráculo y vivió largo tiempo separado de su esposa. Sin embargo, el acendrado amor que le unía hizo que se juntasen a pesar de la advertencia y al fin Yocasta dio a luz a un hijo. Venido ya a este mundo, los padres recordaron la sentencia del oráculo y, para substraerse a ella, a los tres díasmandaron a exponer al recién nacido 3en las salvajes montañas del Citerón con los pies horadaros y atados. Pero el pastor que había recibido el cruel encargo sintió comparación por aquel niño inocente y lo entrego a un compañero que guardaba en aquel mismo monte los rebaños de Pólibo, rey de Corinto. Luego, volviendo a casa, presentòse al monarca y a su esposa diciéndoles que había cumplido su orden.Estos creyeron que el niño habría parecido de hambre o devorado por las fieras, haciendo de este modo imposible la realización del oráculo, aquietaron su conciencia con el pensamiento que, al sacrificar al hijo, le habían preservado del crimen de parricidio y vivieron desde entonces con el corazón aligerado…

Entre tanto el otro pastor desligaba los pies, cuyos talones parecían traspasados de...