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“Conservar el regalo de Dios, el gran Planeta Azul, es el deber de nuestra vida, no importa que sólo seamos unos cuantos”.
Esta es la frase que hallé superpuesta a una imagen del hermoso planetaTierra acompañada radiantemente por su único satélite natural: La Luna; y no es nada descabellado concebir que este anónimo pensamiento, en el fondo, no es otra cosa diferente a la filosofía de nosotroslos ambientalistas, de nosotros quienes nacimos y vivimos para luchar por el único planeta en el que es 100% indudable la probabilidad de vivir y de existir equitativamente y sin precio alguno.
Aúncon la tecnología y sus avances científicos, la comprobada vida extraterrestre, la búsqueda indiscriminada de agua fuera de la Tierra; aun así, no se ha podido dar por cierto que en otra de lasesferas vecinas, sin importar si pertenecen o no a este sistema solar es probable la vida, en su intrínseco y perfecto significado, no consigo entender cómo es que continuamos sumergidos en esa ignorante ypeligrosa realidad como si se tratase de algo superfluo y de poco interés, nos hallamos tan desentendidos de lo que ahora sucede que en su campaña, el slogan puede deducirse fácilmente porque laimagen publicitaria se manifiesta de tantos modos y en todo lugar que ha facilitado frente a ello un proceso de conciente asimilación o adaptación que ya suele parecernos normal y en nada consiguehacernos cuestionar, siquiera, con nosotros mismos: ¿Cómo es que la inteligencia, la voluntad y el dinero los ponemos al servicio de desarrollar procesos para generar o encontrar vida en otro planeta, cuandoel propio se encuentra cada vez más necesitado de hombres que quieran por lo menos, intentar conservar lo que del mismo queda?; ¿Cómo es posible que en un sistema tan completo como el bien denominadoTierra, con tanta riqueza, exista pobreza, hambre y destrucción?.
Lamentablemente esto se ha constituido en el hábitat bajo el cual el imperio egocéntrico y destructor del hombre opera y cada...