La identidad y "los otros". La identidad morelense.

LA IDENTIDAD Y “LOS OTROS”. LA IDENTIDAD MORELENSE
por José Iturriaga


El tema de la identidad ha ocupado las plumas de innumerables pensadores de diversas disciplinas a lo largo de la historia y prácticamente las de todos los filósofos. Desde Platón hasta Lévi-Strauss, desde Santo Tomás de Aquino hasta Lacan y, sobre todo, Heidegger. Dos mexicanos destacaron por sus reflexiones sobrenuestra identidad: Samuel Ramos con su obra El perfil del hombre y la cultura en México y Octavio Paz con El laberinto de la soledad. Muchos filósofos más alargan la nómina de los inquisidores de nuestras características identitarias.
Al respecto, permítaseme esbozar algunas ideas. Si todos los pueblos fueran iguales, no existiría la identidad, entendida como idiosincracia o conjunto decaracterísticas que distinguen a una comunidad de las demás. Lo que nos da una identidad propia es el hecho de que existan otras sociedades con identidades diferentes a la nuestra. De alguna manera, la identidad está delimitada por la “otredad” o, mejor aún, por las “otredades”.
La más honesta y objetiva introspección llevó a Ramos, a Paz y a otros brillantes intelectuales a tratar de dilucidar nuestra formade ser, a dar luz sobre nuestras singulares psicología y sociología mexicanas (obviando, por lo pronto, las indiscutibles diferencias regionales que existen en nuestro país). No obstante, a veces el bosque se aprecia mejor desde afuera. Quiero decir que, en ocasiones, “los otros” pueden ver con mayor claridad que nosotros mismos algunas de las características que nos perfilan, pues en tanto que sucotidianeidad nos lleva a los mexicanos a no percibirlas en toda su dimensión –justo porque estamos acostumbrados a ellas-, ante los ojos de los de fuera saltan a la vista. (Todo lo anterior sin desconocer que ocasionalmente los extranjeros manifiestan exageraciones, mentiras involuntarias por falta de sensibilidad o capacidad de percepción y hasta tendenciosas falsedades).
Un claro ejemplopueden ser nuestros Días de Muertos, aquellas mexicanísimas festividades en que los vivos honramos con alegría, y hasta con diversión, a nuestros seres queridos que ya se fueron. Tales días provocan el azoro de los forasteros: pequeños ataúdes con esqueletos que se enderezan con un resorte, como juguetes para nuestros niños; panes decorados con huesos humanos de masa para comerlos en el calor del hogarfamiliar; una calavera de azúcar con el nombre de nuestra amada en la frente, para obsequiársela a ella misma; en fin, versos chuscos escritos para los amigos, donde los damos por muertos. El pasmo de los extranjeros nos revela, o cuando menos nos recuerda, lo extraordinario de esas expresiones de nuestra identidad.
Dos atendibles testimonios ahondan en esta materia, matizando nuestrosconceptos.
El jalisciense José Rogelio Álvarez justiprecia los diversos enfoques que ha habido sobre nosotros (Álvarez, 1989: 9):
El viajero extranjero registra especialmente lo que no hay en su país, lo extraño, si de veras conoce lo propio y es objetivo; lo que juzga superior o inferior a lo que ha visto, si se remite a una tabla de valores; lo que supone de antemano que va a encontrar y suadmiración o decepción una vez que le consta; pero, a menudo, solamente encuentra lo que quiere ver, porque anticipa a la opinión un prejuicio [...] Queda México instalado en una casa de espejos planos, cóncavos y convexos, parcialmente iluminado por los destellos variables de una lámpara centelleante, útil, sin embargo, para advertir que la luz natural es otra.
Digámoslo en otras palabras, con la agudezade Andrés Henestrosa: “Todos los viajeros, así el que niega como el que afirma, el que atina como el que yerra, han contribuido con sus luces y con sus sombras a crear la imagen de México, a hacerle su mitología y su historia” (Henestrosa, 1988: 9).
A partir de estas consideraciones, he aquí un mero bosquejo de la identidad morelense delineado con pinceles de los más diversos orígenes,...