La vida de Otilia
“¡Hola, mami! ¿Qué tal? Llegué un poquito tarde hoy. Había un tránsito infernal. Autos por todos lados, muchos padres comprando los regalitos de los reyes magos. Todavíame acuerdo nítidamente de los regalos que me traían los mágicos reyes todos los años. No dormía en toda la noche mirando el cielo esperando verlos bajar directo desde la luna, como vos mehabías contado detalladamente. Y por la mañana me esperaban los regalos, siempre deslumbrantes, por cierto. Imposible olvidar aquella tersa muñeca Piel Rose con el vestido y boina deterciopelo rojo en la destellante caja preparada especialmente para mí. El pasto desparramado por todo el gran patio y las huellas de los camellos (que más tarde me enteré eran el resultadolaborioso de papi y vos con latas de tomates durante la noche) daban testimonio de que los reyes habían estado en mi casa. ¿Sentís el olor, Anina?” me decías. Y yo lo sentía, lo veía, lopercibía todo con mi imaginación enorme exaltada por dos padres generosos. ¿Te abro un poquito la ventana? Está muy oscuro acá y vos estás demasiado pálida. ¿Viste el vestido que me pusehoy? Sé que te gusta porque es el más colorido que tengo (es cierto que a veces se me da por los colores oscuros) y me resalta los ojos, según vos. Aunque ahora que estoy más vieja se me hanachicado un poco. No me digas que hablo macanas y no me revolees los ojos como diciendo que estoy loca. Seguís con las manos frías. Vamos a calentarlas haciendo montañitas de manos. ¿Teacordás? Esos fríos días de invierno en las sierras nos organizabas el juego calienta manos y funcionaba. Terminábamos con las manos calientes, rojas y doloridas. No, no estoy llorando, loque pasa es que quiero calentarte las manos y no puedo. No puedo, má.
“Disculpe, señora. Debemos proceder a desconectar el respirador. ¿Prefiere aguardar afuera?
Analía Lastra
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