Las Pezquisas Comenzaron En Barket Street
Ahora, cuando camino por el parque, me detengo a mirar la gente que pasa a mi lado y ya no puedo verlos como los veía antes. Ahora, los detalles simples que ignoraba se me presentan como pistas que tengo que seguir, que me hablan, que me pueden dar datos concretos sobre sus vidas, sus trabajos, sus gustos personales. Miro al hombre gordo que se sienta en la banca justo a milado, sudoroso y jadeante; sé que sufre de asma; se ha desabrochado la corbata, tiene pelos de gato en su abrigo de paño, de un gato de pelo largo, quizás un angora; vive todavía con su madre o con su abuela, pues el pañuelo que usa para secarse la frente tiene unas iniciales marcadas caseramente con hilo rojo sobre el blanco, una labor típica de una adorable ancianita. Me aburro y dejo deanalizarlo. Veo entonces a alguien que pasa más allá; es posible que recién haya llegado de la selva, pues tiene picaduras de mosquito en una zona del cuello y la nariz quemada, como expuesta al sol tropical; es médico, puedo ver el bulto del estetoscopio en su saco. Y luego pasa una chica muy agradable, estudiante de artes, no hay duda, pues tiene gotas de vinilo en sus botas; posiblemente comienzaapenas su universidad, su bolso se ve demasiado limpio y tiene poca técnica, claro, por las demasiadas manchas de pintura y tinta en sus manos. Dejo de mirar; si sigo así puedo volverme loco. Pero ahora lo veo simple. Antes, los detalles, las pistas que deja la vida, pasaban por mi lado y se desvanecían para siempre.
Llego a la pequeña oficina; en la puerta de vidrio leo nuestros nombres: Durán &Lombardi Investigaciones.
Sonrío con algo de orgullo; no se ve mal. Deduzco que la señora López, la secretaria, ya ha llegado: pude oler su perfume en la escalera del edificio y en el pasillo. También mi socio, el viejo Durán, ya ha encendido su pipa y está con un cliente, alguien que no se limpió bien los zapatos antes de entrar. Bueno, este es mi trabajo, soy detective, pero antes que eso soyaprendiz del viejo y, es más, aunque creo que todavía soy un principiante dubitativo y ansioso, como dije antes, no cambiaría mi oficio por ningún otro.
Mi vida monótona no cambió con mi salida de la academia. Comencé buscando mascotas perdidas o ladronzuelos de supermercados; pero cuando me asignaron un caso verdadero, nunca imaginé lo que se me venía encima, y en esto tuvo mucho que ver el haberconocido a mi veterano socio. Recuerdo al primer detective que vi e acción: era mi primo, y había estudiado por correspondencia. Cuando yo era apenas un niño, mi mamá lo contrató para que descubriera quién había dañado su secador de pelo; nunca pudo hacerlo pero culpó a mi papá. Yo seguía paso a paso sus indagaciones y tomaba nota de sus errores. Claramente el culpable era yo, que secaba misestampillas de colección con ese viejo y deteriorado aparato, pero él jamás me incluyó en su lista de sospechosos. No sé si fue esa tontería la que me hizo pensar en entrar a la academia de investigaciones; el caso es que cambié los cómics del Oeste y la ciencia ficción por Dick Tracy, The Spirit y las peliculas de Humphrey Bogart.
Luego, el encuentro con el viejo Ambrosio M. Durán me abriría un...
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