Leyenda San Miguel

TITULO: Leyenda de la Fundación de San Miguel, Zozocolco. IDIOMA: Español TEMA: Origen de lugares FUENTE: Sosa Palomino, Maclovio. 1994. Zozocolco: Los cántaros del sol. México, Grupo editorial EÓN, pp. 111-128. RECOPILADOR: Maclovio Sosa Palomino PROYECTO: UC MEXUS-CONACYT Grant number CB-07-127 I Eran los años de oro en que, desconocidas las palabras "tuyo" y "mío", vivían los totonacas de las"caritas sonrientes" con todo el esplendor de su gloria, cimentando una cultura con valores propios, que se perpetuaría a través de los siglos. El culto al sol, por esa continua resurrección de las cosas muertas y que coincidía con la entrada de la primavera. La exactitud de su calendario diseñado en una monumental pirámide de 365 nichos, donde cada uno de ellos simboliza un día del año. Su ritualdel volador, donde el Danzante Mayor entraba en el nirvana, cuando precisamente el sol se encontraba en el cenit del firmamento, dedicado a la fertilidad de toda la naturaleza, y su optimismo por la vida manifestada en las esculturas con caras sonrientes, que nos dan la idea que para ellos, la tristeza era un pecado. Sus dominios se habían extendido desde la costa del golfo de México hasta lo quehoy es Sierra de puebla, y para poder comunicarse formaron parajes o pequeños poblados administrados por un rey o gobernador. En el camino al reino de Guaytlalpan (Tierra Grande), existía una gran comunidad sin nombre, punto intermedio que bifurcaba el trayecto entre ésta y el reino de Jonotla (donde abunda el Jonote), y en ese lugar se rendía culto fervorosamente al Dios Chichiní (Sol). II Erala entrada de la primavera. El jefe del poblado era conducido en andas por sus súbditos al lugar donde se encontraba el adoratorio del Dios Sol en una copia hecha de piedra. Los sacerdotes celebraban su ritual mientras los danzantes con su colorido y con singular devoción matizando difíciles pasos al ritmo de los tamborcillos y flautas de carrizo. Un sacerdote da la orden de silencio. Era que eljefe y señor, hacía su entrada al lugar sagrado, donde daba principio la ceremonia en honor del Dios Chichiní. -Callad tambores y mágicas flautas y ustedes vasallos del supremo rey, ponéos de rodillas, reverentes, que nuestro monarca y jefe hace su entrada a este sacro adoratorio dedicado al gran Dios Chichiní, vencedor de las tinieblas. Todos los fieles, hombres y mujeres, caen de rodillas, al pasodel séquito real, y una vez instalado en su trono el poderoso monarca se dirige así a su pueblo: -Queridos hermanos de raza, descendientes del gran reino de los tres corazones: he llegado al Lago Azul, construido para mi deleite y para veneración del gran Dios Chichiní que cada día sostiene una lucha con la obscuridad. Unamos nuestra devoción y fe para tributarle las flores más hermosas de losprados, las aves de dulces cantos y brillantes colores; y vosotros, danzantes Quetzales que simbolizáis al Dios Chichiní, bailad al son del tamborcillo y la flauta, y que vuestros plumajes reflejen en el claro del agua, el mensaje divino y generen la purificación de nuestros espíritus para gloria del Dios que nos alumbra y nos da la vida. De inmediato todos se ponen de pie, escuchándose tan sólo elritmo del tambor y el sonido de la melodiosa flauta, mientras los danzantes convierten sus cuerpos y sus mentes en elemento generador de emociones e instrumento expresivo. Cada paso, cada nota es lenguaje con que el totonaca se dirige a la divinidad. Terminado el ritual, toman de su altar al Dios Sol, e inician la procesión arrojándole flores de variados colores retornando a sus hogares con la fedel deber cumplido.

III Las lunas pasaban tranquilas una tras otra, pero cierto día en forma inesperada llegaron noticias al gran jefe rey, mediante un mensajero de los que custodiaban las fronteras del reino. -Poderoso Señor del reino de Sol, que sabiamente y en paz guías el destino de nuestro pueblo: vengo desde donde terminan tus dominios a traerte la noticia de que invasores extranjeros...