Licenciatura

En el diván
Psic. Flor de Luz Pineda Castillejos
Hace algunos días, leíamos en este diario acerca del suicidio de una adolescente de 16 años, sin que ésta sea —desafortunadamente— una noticiaextraordinaria a nivel regional o nacional, no podemos dejar de pensar en cuáles habrán sido los motivos que llevaron a esta joven a tomar tal determinación. Aunque identificamos la adolescencia como unaetapa de cambios físicos y psicológicos profundos para el ser humano, no todos, y con afán de ser más precisos, no muchos de nosotros contemplamos la posibilidad de quitarnos la vida como una solucióna los conflictos que acarrean dichos cambios.
Los adolescentes de hoy día experimentan con situaciones que hace algunas décadas eran inimaginables: drogas, libertad sexual, etc., mas no por elloresulta necesariamente lógico que este estado de cosas los impulse a atentar de manera directa contra su vida. Es verdad que pueden vivir momentos verdaderamente difíciles como parte de un proceso naturalde desarrollo (en el caso que nos ocupa el agravante fue una enfermedad progresiva y discapacitante: artritis) y tener cuestionamientos sobre la propia identidad y su proyecto de vida. Y es,precisamente, la falta de respuesta a estas preguntas, el rechazo de amigos o los problemas familiares lo que puede generar no sólo apatía por lo que sucede en su entorno y con ellos mismos, sino además unprofundo sentimiento de soledad que invariablemente desencadenará en una deficiente comunicación con sus padres.
Un hecho como el sucedido con esta joven es la oportunidad para un análisis de lo quecomo sociedad estamos dejando de hacer o dando por sentado: ¿En qué basamos el valor que damos a nuestra vida? ¿Qué es lo que nos constituye como una persona de éxito? La reflexión intenta redefinir loque nos hace seres humanos plenos: no es el perfecto estado y funcionamiento de nuestro cuerpo, tampoco la ausencia total de conflictos en nuestro entorno familiar y social, sino la capacidad de...