Los jóvenes de nuestros días están siendo objeto de observaciones y críticas por sus expresiones. Se les presenta como un problema al que no se sabe cómo dar solución. Para algunos es un problemasocial, para otros un problema de educación. No faltan quienes les señalan sus múltiples defectos para destacar las cualidades de la juventud de otros tiempos. Lo cierto es que los jóvenes, culpables ono, tienen ahora que sufrir las consecuencias de sus actos aunque en la raíz de ellas se encuentre nuestra incapacidad para orientarlos, educarlos y darles la oportunidad que toda juventud necesitapara desplegar sus capacidades inéditas. Nos quejamos de ellos y les señalamos sus defectos sin querer darnos cuenta de nuestra responsabilidad en los mismos. Los jóvenes no hacen otra cosa que reflejarla universidad que les hemos construido. Son nuestro reflejo, el espejo de nuestra obra. No hacen sino modelar lo que les ofrecemos como ejemplo. Ejemplo que sólo su capacidad para la rebeldía podrádestruir si no somos capaces de ofrecerles otros más dignos.
Nuestros jóvenes carecen de auténticos modelos, por ello no hacen sino reflejar nuestros defectos. Somos nosotros los que les hemosenseñado a callar y a ocultar sus sueños y ambiciones para un relativo logro de ellos. Y no sólo se hace esto, también se les cierran y ahogan todas las posibilidades. Es el caso de nuestros más destacadoshombres de cultura que padecen de satelitismo. En torno suyo no quieren sino satélites, nunca posibles soles. Por ello premian al sumiso, o al que finge ser tal y excluyen al que puede ser semilla derebeldía. En los jóvenes no se ve sino a posibles competidores, a los hombres que pueden desplazarlos en sus canonjías o vanidades. Los jóvenes parecen no tener nada con la universidad.
Es a loscríticos de la juventud universitaria a quienes me dirijo y ante todo les pregunto: ¿acaso no fueron jóvenes? Seguro que no, tan sólo pertenecieron a esa parte de la humanidad fracasada, a una juventud...
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