lucro
Naturalmente se generó un agudo malestar contra la ausencia de regulaciones efectivas.Si recordamos que la regulación debe promover la competencia para el beneficio de los consumidores, la rabia es justificada. Nuestra sociedad, y esto hay que celebrarlo, reaccionó contra los abusos.Pero la opinión pública recogió y absorbió esta crítica al lucro sin mayores consideraciones. El lucro se convirtió, de manera irreflexiva, en un símbolo del laissez faire desenfrenado, delanarco-capitalismo o de un mercado salvaje. Y este discurso se extendió al mercado, la economía y recientemente, a los técnicos. No en vano el senador Navarro se refirió al destituido ministro Harald Beyer como“el guardián del lucro”. Incluso un destacado comentarista mencionó, con sana ironía, que Beyer tendría que regresar “a la cuna del lucro”. El lucro huele mal. Y en todo esto, algo de sentido comúnse ha perdido.
Sin entrar en esas profundas disquisiciones propias de los juristas, el lucro es simplemente ganancia. El tema está en cómo se obtienen esas ganancias. Hay aquí, sin lugar a dudas,...
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