Lunahuaná
Un poco más allá, pasábamos junto a Bernabé. Al vernos,clavaba la lampa en el suelo, se quitaba el maltrecho sombrero de paja que lo protegía del sol, se enjugaba la frente, y nos saludaba con un alegre movimiento de la mano. Bernabé era mi amigo. Me hacíahondas con el caucho de las llantas desechadas del tractor y con horquillas de huarango. Las tallaba los sábados por la mañana, mientras esperaba que le llegue el turno para recibir su pago semanal.Cuando mi papá - con ese tono solemne que me daba miedo - lo llamaba por su nombre y apellido, Bernabé se acercaba abriéndose paso entre los demás peones y cobraba su salario. Yo lo seguía con lamirada. Ya sabía que tenía una honda reluciente, lista para mí.
A veces nos cruzábamos con el camión cargado de algodón o de tomates. La bocina, otro gesto alegre con la mano, un leve respingo de lasbestias. O bajábamos por la quebrada, hasta el río, para que los caballos tomen agua en los charcos que se formaban en el pastizal. Casi siempre íbamos al campo abierto, donde no había cultivos....
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