Margarita y el conejo de la luna

Margarita y el conejo de la luna



El bien ético de las profesiones es el beneficio del cliente; en la docencia, su bien ético es hacer ético al cliente.

Francisco Altarejos





Cuenta la leyenda que uno de esos santos buenos para inventar parábolas, caminaba cierto día por una de esas plazas adoquinadas de pueblo medieval. Más despreocupado que ocupado, de pronto se encuentra conun jovenzuelo aprendiz del arte de hacer pan, cuando es abordado por éste:

-Dice la gente que es usted un santo que hace milagros. Ya ve como las personas son dadas en hablar pero, si usted es muy milagroso, ¿puede convertir el pan de mi panadería en flores?

- Si puedo, le dice el indulgente santo-, dicho lo cual, pone manos a la obra y complace al panadero. Éste siente de pronto que esinvadido por un espíritu religioso que tiende a hacerlo crédulo. –También puedo convertir las flores de este hermoso jardín en panes-, dijo el santo aquel, y rápido logra el segundo milagro.

Cuando logra impactar al panadero, viene la enseñanza: -Convierto tus panes en flores para demostrarte el poder divino, pero, convierto las flores en panes porque es dado que las personas del reino tengan panpara alimentar su cuerpo y flores para hacer gozar el alma. En otras palabras, fiel creyente: no sólo de pan vive el hombre.

Las parábolas son una forma de enseñanza muy antigua pero no por ello, poco eficaces. Lo mismo que las leyendas bien contadas, ayudan a fortalecer la comprensión y provocan la adquisición de aprendizajes duraderos en los alumnos.



Hay una historia que cuenta unamujer que se hizo maestra en base a un denodado esfuerzo personal, la cual me gusta mucho citar como recurso para entender los verdaderos fines de la educación. La relataré y luego la usaré como pretexto para dialogar con ella, conversación que pretendo se dé entre dos educadores que razonan a raíz de lo que viven. Sitúa su historia en remoto ejido del valle de Mexicali, Baja California, por allá enla década de los sesenta. La región tendría unos 250 000 habitantes y no eran pocos los habitantes de la zona rural cuya educación llegaba si acaso a cuarto o quinto año de primaria. Se entiende que para los jornaleros agrícolas, la prioridad era trabajar en el campo para conseguir recursos que les permitieran sobrevivir. Si la escuela no costaba y la ausencia de un par de manos infantiles noprovocaba que se ganara menos en el jornal, entonces podían ir a las aulas, pero remarquemos la idea: la educación básica no era una prioridad para los habitantes de las comunidades rurales.

En ese contexto, la vida de Margarita –así la llamaremos- anticipaba su vocación por la educación. Sentados en una arena de playa suave frente a las aguas del Golfo de Baja California, en una tarde donde lamarea se lleva el agua cientos de metros mar adentro, le digo que unos colegas de ella, que son mis alumnos de un curso de maestría en educación, escribieron algunos textos sobre las formas como se vieron tocados por la educación y se hicieron maestros. La pregunta natural y obvia que da pie al relato, es justo esa: ¿cómo te tocó la educación? Ella me ve, como diciéndome que la respuesta a esapregunta requiere de dos cervezas más y que el sol se irá por el poniente y las palabras todavía seguirán vivas. Venga le digo, estamos de vacaciones.



–Siempre que veo la luna llena –dice Margarita-, me acuerdo de mi escuela primaria. Veo en la luna al conejo de la bella historia que contaba mi maestra Jovita, mi querida profesora de tercero. Ella la había leído en un libro de esos que traenilustraciones en blanco y negro pero la contaba con aquella voz tan afectiva, que todavía me parece escucharla.

-¿Cómo les contaba ese cuento mexicano, Margarita? Le pregunto.

- Verás. Se levantaba de su escritorio y caminaba hacia el centro, justo frente a las filas de mesabancos de madera intemporal. Luego nos decía: ¿Ya les conté el cuento del conejo que estaba enamorado de la luna?...