maria magdalena

María de Magdala, discípula del Señor


Mi nombre es María, soy de Magdala, soy discípula de Señor. Habrás escuchado algunas cosas de mí, otras te contaré yo aquí en esta carta. Quería compartirte el descubrimiento más importante de mi Vida y que creo que puede iluminarte en lo que estas viviendo.

Habrás escuchado que él echó de mí siete demonios, la expresión es fuerte y me gusta queMarcos haya transmitido así este recuerdo. Tú sabes que los demonios son fuerzas que oprimen y esclavizan al hombre, bien, yo era una mujer oprimida, con una herida muy grande que me hacía esclava del pecado. Mi mayor temor era la soledad y mi mayor pecado: no haber amado. Entiendo que sólo ama el que ha experimentado alguna vez saberse amado, y esa es la experiencia que yo viví con Jesús, y por estoél me salvó.

Vivía escapándole a la soledad, hacía cualquier cosa para no estar sola y para llenar el vacío tremendo que había en mi corazón. En mi infancia no tuve la dicha de amor y cuidado y por lo tanto no aprendí a amar. Esta herida sangrante la llevaba conmigo y me hacía utilizar a las personas para satisfacer mi necesidad de que me amen. Me hacía salir a buscar y conseguir el cariño queno había recibido. Nunca me tomé en serio a los demás, sólo me importaba llenar mi vacío. Por eso le temía a mi soledad, por encontrarme allí con el dolor de mis heridas y por creer que no valgo la pena sola. Como verás, de grande seguía siendo una niña descuidada. Nunca le había prestado atención a mi historia, a mis heridas… hasta que lo conocí a él. Mi encuentro con él fue precipitado y quierocompartirte dos momentos: cuando él se acercó y cuando yo me acerqué.

Un día escuché el rumor de que estaba en mi pueblo, me había gustado la idea de conocer a alguien de su prestigio y porque no, hasta podría seducirlo. No fue difícil verlo, había un grupo de gente y me acerqué, él estaba discutiendo con un fariseo al que yo detestaba porque se había encargado de llenarme de juicios ydesprecios, y hasta me había hecho creer que por ser pecadora era maldita de Dios, indigna de su presencia. Pero entonces escuché las palabras que decía Jesús y me quedé boquiabierta: “no necesitan médicos los que están sanos, sino los que están mal”, y continuó: “yo no he venido a llamar a la conversión a justos sino a pecadores”. Aquellas palabras abrieron mi corazón de par en par, me sentí afectada porlo que decía. El fariseo antes de irse invitó a Jesús a cenar, luego, él y sus secuaces se fueron. Entonces quedé sola (tú sabes lo que eso significa para mí). Él me miró y mi corazón comenzó a latir con fuerza. Se acercó y preguntó por mi nombre. “María”, le dije, y sentí que al pronunciar mi nombre se derribaban todas las barreras, prejuicios, máscaras y mentiras que me separaban de los demás…al escuchar mi nombre me regaló una sonrisa y quedó por un momento pensativo expresando ternura en su rostro a la vez que repetía “María…, María…”, luego me contó que era el nombre de su madre.

Eran las cuatro y nunca podré olvidarme de aquel encuentro que cambió mi Vida. No sé si fue su mirada, su silencio o aquellas palabras que él había pronunciado las que me hicieron abrir mi corazón ydejarlo entrar. Le compartí mi historia, mis heridas, el vacío de mi corazón y el dolor ante el rechazo y las miradas enjuiciadoras de los demás. En un momento, entre mis lágrimas, pude ver el brillo de sus ojos, noté como si él también hubiera sentido mi dolor. Después de su silencio y su abrazo, su rostro cambió, ahora el brillo de sus ojos expresaban alegría. Comenzó a hablarme de un padre, mío, deél y de todos, me habló de ser hermanos, me habló de perdón y de cambiar de Vida; de la aventura de un amor diferente, me contó de un Reino para todos pero privilegiado para nosotros los pecadores, los pobres y excluidos, me habló de humildad para recibirlo… y por último me habló de la libertad para seguirlo… eran las cuatro, nunca me olvidaré.

Cuando llegué a mi casa no sabía que hacer,...