Megafón, o la guerra

Páginas: 29 (7056 palabras) Publicado: 24 de marzo de 2013
INTROITO A MEGAFON

La historia de Megafón y el planteo de sus Dos Batallas dor¬mían en el archivo potencial de mis buenas intenciones. Más que dormir estaban como en suspenso, ya que “lo preferible”, si bien acosa y urge al narrador con sus instancias, ha de morder el freno de la Oportunidad cuyas razones escucha el narrador si es de los que visten sin desdoro el mameluco de la prudencia. Miduda ini¬cial era la siguiente: ¿resultaría cuerdo lanzar a Megafón aquí y ahora? Por fortuna, la resonancia que obtuvo en 1965 El Banquete de Severo Arcángelo me dio a entender que los argentinos ya no predicábamos en el desierto, y más aun que nuestro erial estaba cubriéndose de rosas (y esto lo digo en loor de mis graciosos con¬ciudadanos). No obstante, me quedaba otra duda: era verdad que la“guerra física” de Megafón se libraba en el país desde hacía muchos años; pero sus causas internas y externas, las que había develado Megafón, aún se disimulaban en la inconsciencia de veinte millones de guerreros, lo cual hacía que la batalla fuese incruenta y no presentase ningún rigor bélico que se hiciese visi¬ble. Ahora bien, ¿el paso de lo inconsciente a lo consciente no mostraría el rostroverdadero de la guerra con su temible incitación a la crueldad? En semejante duda vacilé no poco, hasta que los hechos de 1956 enseñaron las cartas en su juego desnudo. Me decido ahora y arrojo este cascote al espejo de las aguas: ¿cómo detener las ondas concéntricas en su centrifugación y su peligrosi¬dad? Vuelvo a sentir esa “furia del verbo” que me asaltó en algu¬nas fronteras de mi alma laborantey que se traduce por algo así como una “bronca demiúrgica”. Y el “mameluco” y la “piedra” que acabo de soltar, al parecer sin razón alguna, ya están justifi¬cando mis temores. Yo siempre fui un clásico del intelecto y un romántico de la lengua: no es mucho que de tan difícil maridaje nazca de pronto un hijo endemoniado.
Antes de avanzar en este necesario Introito, debo advertir que la gesta deMegafón no es un trabajo de fantasía en prosa. No hace mucho, respondiendo a la encuesta de un joven escritor sobre los límites de lo real con lo fantástico, me vi en la obligación de acla¬rarle que lo fantástico no existe, ya que la realidad es una y única. “Lo que sucede —concluí yo— es que la realidad se manifiesta en planos y gradaciones diferentes que van desde la 'realidad relativa' deluniverso manifestado hasta la 'realidad absoluta' de su admira¬ble Manifestador: de tal suerte, la mariposa que cierta noche soñó Chuang Tsé filósofo es tan real como Chuang Tsé mismo.” Ignoro si aquel joven lo entendió y si pudo advertir que sobre nuestro diá¬logo se proyectaba la vieja sombra de Segismundo.
Y haré aun otra reserva: Megafón no ha de responder a esa mitología de Buenos Aires en la quenuestra literatura local insiste casi en términos devotos y que se resuelve al fin en un parnaso de taitas, milongas y cantores de cuya existencia yo mismo he dado fe, pero que no es útil seguir evocando en el trance de una nostal¬gia irredimible. Si es verdad que las aceleraciones del siglo pare¬cen contraer ahora el tiempo histórico del hombre, no hay razón alguna para instalar a Buenos Aires enlos museos polvorientos de la arqueología. Según opinaba Megafón, “nuestra ciudad ha de ser una novia del futuro, si guarda fidelidad a su misión justificante de universalizar las esencias físicas y metafísicas de nuestro hermoso y trajinado país”. Esta frase del Oscuro fue hallada en la cinta magnetofónica que registró el debate sostenido por él en el club “Provincias Unidas”, instalado enFlores, del cual salieron algunos con las almas contusas y los ojos a la vinagreta.

Conocí a Megafón en 1921 y en la Biblioteca Popular Alberdi que yo dirigí hasta 1923 y que funcionaba en la calle Camargo de Villa Crespo. Megafón (nunca supe su nombre verdadero) era un adolescente de catorce años, espinoso y greñudo, que según averi¬güé trabajaba como aprendiz en un aserradero de la calle...
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