mi historia
I. LA VIRTUD DE LA OBEDIENCIA.
Ciertamente estamos hablando de una virtud difícil; afirmación que resultaría de todo punto superflua, si no fuera porque tambiéndentro de la dificultad existen muy diversos grados. No existe virtud fácil, pero entre las más difíciles, la obediencia madura y adulta parece especialmente difícil. Ciertamente hay una manera de obedecer poco adulta, poco madura, que no es sino mímesis, imitación; y en ese sentido no resulta demasiado digna de encomio, pues –por muy alto y muy digno que sea el imitado– el imitador que se limitea imitar no conoce aún en profundidad la virtud de la obediencia, tal y como el propio Francisco de Asís (paradigma de virtud obediencial) reconocía, según Celano: «Si san Francisco estaba –donde fuera– meditando, Juan el simple repetía e imitaba de inmediato todos los gestos y posturas de aquel. Si el santo escupía, él escupía; si tosía, él tosía; unía suspiros a suspiros y llanto a llanto;cuando el santo levantaba las manos al cielo, levantaba también él las suyas, mirándolo con atención como a modelo y reproduciendo en sí cuanto él hacía. Advirtiéndolo este, le pregunta un día por qué hace esas cosas. "He prometido –le responde– hacer todo cuanto haces tú; para mí es un peligro pasar por alto algo". El santo se complace en la pura simplicidad, pero le prohibe con dulzura que lo sigahaciendo»1. Lo cierto es que se trata de una virtud muy hermosa –aunque no demasiado cotizada–, precisamente por muy difícil, pues la tal obediencia no afecta únicamente a la individualidad atómica de cada cual (obedecerse a sí mismo, ser coherente consigo mismo), sino además a la relación misma de los dos o más sujetos en juego (lo mismo para dejarse mandar que para ejercer el mando), y esa es larazón por la cual, cuando tenemos que cargar con lo que no nos gusta de los demás, se hace más difícil actuar que cuando sólo tenemos que superarnos a nosotros mismos. Y en este mismo sentido, nos parece asimismo tan difícil obedecer a los demás como mandarles, pues ambas acciones (mandar y obedecer) conllevan muchas dificultades, por ambos lados: tantas más dificultades para mandar, cuantas máspara ser obedecido; tantas más dificultades para obedecer cuantas más para ser mandado.
II. LA OBEDIENCIA COMO ESCUCHA.
Conviene recordar que la palabra obediencia viene del latín oboedientia, término que a su vez procede del verbo oboedire (ob-audiere), oír, audición. Sobre la importancia de la audición en el terreno de la virtud, terreno donde los semitas hicieron muchísimo hincapié, también...
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