Microeconomía

El suplicio del abate Fenelón
José Guillermo Román de Jesús del Valle y Laso

La tarde aparece
Luctuosa y helada,
La tierra empapada
Por lluvia sutil.
Mas un pueblo inmenso
Que tal maldesprecia,
Circula en Lutecia
Con ansia febril.
Va y viene en la calle
Tan gran muchedumbre
Negra pesadumbre
Mostrando su faz;
Pero hoy se hablan todos
Muy bajo, al oído
Que el miedo ha extinguidoSu genio locuaz.
De pronto se escucha
Medrosa trompeta
La gente se aprieta
Se extiende en cordón;
Los ojos se inundan
De nítido llanto
Que expresa el quebranto
De tal población.
En unacarreta
Va atado un anciano
Llevando en la mano
La fúnebre cruz
Gendarmes le cuidan
De rostro altanero
Mandando su acero
Fatídica luz.
Niños sabollanos
De aspecto harapiento
Van en seguimientoDel carro fatal,
Poblando el ambiente
De tiernos gemidos
Del alma nacidos
En fuerza del mal.
¿Por qué, inicuos jueces!
Claman con frecuencia,
De tal Providencia
Priváis nuestro ser?
¿Escrimen acaso
Fundar un hospicio
Para beneficio
Después ese llanto
Sin par se renueva
Que en pos de si lleva
Tan cruel lamentar
Mas nada, el cortejo
Luctuoso camina
Que en la guillotina
Mas hanllegado al cadalso
Muda está la muchedumbre
El sol su rojiza lumbre
Por instantes deja ver
Baja a ese tiempo el abate
Del vehículo medroso
y con paso tembloroso
Al tablado va á ascender.
Redoblaa ese tiempo el llanto
De los pobres inocentes
Quienes con ansias fervientes
Su mano quieren besar;
Mas el grupo de gendarmes,
Que forma el cerco inhumano,
Con el acero en la mano
Despejan elatroz lugar.
Sube, entonces, el abate
Las resbaladizas gradas,
Con las dos mano s atadas,
Como el criminal más vil;
Mas el sol que ya se pone,
Cayendo sobre su frente,
Con una aureola lucienteSu cabeza orna sutil.
Amigo, dice al verdugo
Con el más benigno acento,
Soltad me por-un momento
Las manos si place á vos,
Pues quiero á mis pobres niños
Dar mi bendición postrera,
Para que...