Mons romero

ROMERO Y LA INJUSTICIA
En estos días en que hemos visto la película Romero y comentado los imperantes intereses políticos que movían a un gobierno represivo, los abusos ocasionados a los campesinosy el buen o mal actuar de los clérigos ante la guerra civil salvadoreña, podemos hacer varios comentarios sobre los la conveniencia de una defensa pasiva o defensiva.
Lo primero que quisieracomentar es el particular cambio de Mons. Romero de ser un sacerdote pasivo a un crítico del gobierno represivo y líder de los pobres, denunciando la violencia y la matanza hacia gente que, desesperada,reclamaba sus derechos; tal cambio radical se debe a la muerte de uno de sus sacerdotes, el padre Rutulio Grande, si no mal recuerdo. Veo en el arzobispo un sentimiento de impotencia ante la muerte y elmal trato tanto de sus curas como de los campesinos; un sentimiento que lo lleva a emprender una fuerte defensa del los campesinos –su actuar tiene una característica especial: denunciar el odio, lainjusticia y el dolor, sin llegar a la guerra para agravar lo que precisamente denunciaba–.
En todo el filme no veo otra cosa que la lucha inacabable entre ricos y pobres, los que a toda costa buscansus intereses aunque tengan que pasar sobre quien de deje, y los que las circunstancias los han llevado a estar en un grado inferior en la pirámide de las posibilidades, -pirámide efectiva sólo en losesquemas de quien le conviene su existencia-.
El papel de la Iglesia ante esta realidad es la de ponerse del lado del más desamparado, ya bien lo dice san Pablo, “los fuertes deben llevar lascargas de los débiles”. La Iglesia -hablando especialmente del clero- por su amplia injerencia en la vida comunitaria, por su importancia en algunos cambios históricos, juega el papel del “fuerte” y el“débil” y con esto no quiero decir que el frágil sea siempre el pobre, económicamente hablando, también me refiero a los ricos, porque la historia nos ha dicho que en algunos casos también ellos...