Nada es nada
El orden de las cosas me conduciría ahora a examinar y distinguir lasdistintas clases de delitos y la manera de penarlos, si la naturaleza de ellos, variable según las diversas circunstancias de los siglos y de los lugares, no me obligase a un detalle inmenso y enojoso. Mebastará indicar los principios más generales, y los errores más funestos y comunes, para desengañar tanto a aquéllos que, por un mal entendido amor de libertad, quisieran introducir la anarquía, como alos que gustarían de reducir a los hombres a una regularidad claustral.
¿Pero cuáles serán las penas convenientes a tales delitos?
¿La muerte es una pena verdaderamente útil y necesaria para laseguridad y el buen orden de la sociedad? ¿el tormento es también justo y obtiene el fin que se proponen las leyes? ¿cuál es la mejor manera de prevenir los delitos? ¿las mismas penas son igualmenteútiles en todos los tiempos? ¿qué influencia tienen sobre las costumbres? Estos problemas merecen ser resueltos con la precisión geométrica a que no pueden resistir la niebla de los sofismas, la seductoraelocuencia y la duda tímida. Si yo no tuviese más mérito que ser el primero que hubiera presentado a Italia con alguna mayor evidencia lo que en otras naciones se haya osado escribir y comenzado apracticar, me consideraría afortunado sólo por ello; pero si, sosteniendo los derechos de los hombres y de la invencible verdad, contribuyese a arrancar de los espasmos y angustias de la muerte a...
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