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Páginas: 2 (500 palabras)
Publicado: 9 de enero de 2014
Hola solo quiero suscribirme a buenas tarea.com, asi que copie algo lol....
BUSCANDO LA LUZ
En lo profundo de aquella magna construcción, como si se tratara de un susurró, aquella oraciónresonaba, cómo un eco diminuto “Padre nuestro, que estás en los cielos…” Cuando de pronto se acercó el sacerdote y le preguntó con su tono melancólico y de profunda paz.
─ ¿Hijo, que te trae a lacasa del señor?
─Padre, disculpe por la hora, pero sólo busco paz, cosa que no puedo encontrar en mí hogar─. Le contestó aquel hombre, al momento de contener su rezo.
Estabancompletamente solos en aquella ominosa catedral brillosa, con sus adornos arcanos, y un halo de luz proveniente de las veladoras proyectando sombras, que cómo almas en pena, realizaban una danza al unísono deaquel cálido silencio sepulcral.
1
─Aquí encontrarás esa paz que buscas muchacho, pero cuéntame que es lo que te atormenta y tal vez pueda ayudarte.
─Eso espero, ojalá y me crea. Lecontaré Padre. Hace algunos meses, no sé cómo empezó a turbarme una idea que retumbaba en mí cabeza, sabe, era algo extraño, agotador e incesante. Me sentía de pronto con grandes ideas, y se las compartíaa mí esposa, pero decía que eran exageradas y extravagantes, había algo dentro de mí, que me dictaba, era cómo un confidente delirante…
─¿Qué era aquello que te atormentaba hijo, no entiendo, aqué te refieres?─ Interrumpió el sacerdote súbitamente.
Las enormes imágenes con sus diminutas sonrisas piadosas, eran testigos mudos de aquella historia, así como de tantas otras, que día adía se desarrollan, impregnando de energía los altos muros ornamentados y aquellos arcos colosales.
─Con todo respeto, no lo sé aún y quisiera que usted me ayudará a entenderlo. Continuaré sí melo permite: Un día de tantos al llegar a casa, comprendí por fin lo que aquella voz me decía. Cada segundo, cada minuto, cada día. Me decía que la vida es tan monótona y de vez en cuando hay que...
BUSCANDO LA LUZ
En lo profundo de aquella magna construcción, como si se tratara de un susurró, aquella oraciónresonaba, cómo un eco diminuto “Padre nuestro, que estás en los cielos…” Cuando de pronto se acercó el sacerdote y le preguntó con su tono melancólico y de profunda paz.
─ ¿Hijo, que te trae a lacasa del señor?
─Padre, disculpe por la hora, pero sólo busco paz, cosa que no puedo encontrar en mí hogar─. Le contestó aquel hombre, al momento de contener su rezo.
Estabancompletamente solos en aquella ominosa catedral brillosa, con sus adornos arcanos, y un halo de luz proveniente de las veladoras proyectando sombras, que cómo almas en pena, realizaban una danza al unísono deaquel cálido silencio sepulcral.
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─Aquí encontrarás esa paz que buscas muchacho, pero cuéntame que es lo que te atormenta y tal vez pueda ayudarte.
─Eso espero, ojalá y me crea. Lecontaré Padre. Hace algunos meses, no sé cómo empezó a turbarme una idea que retumbaba en mí cabeza, sabe, era algo extraño, agotador e incesante. Me sentía de pronto con grandes ideas, y se las compartíaa mí esposa, pero decía que eran exageradas y extravagantes, había algo dentro de mí, que me dictaba, era cómo un confidente delirante…
─¿Qué era aquello que te atormentaba hijo, no entiendo, aqué te refieres?─ Interrumpió el sacerdote súbitamente.
Las enormes imágenes con sus diminutas sonrisas piadosas, eran testigos mudos de aquella historia, así como de tantas otras, que día adía se desarrollan, impregnando de energía los altos muros ornamentados y aquellos arcos colosales.
─Con todo respeto, no lo sé aún y quisiera que usted me ayudará a entenderlo. Continuaré sí melo permite: Un día de tantos al llegar a casa, comprendí por fin lo que aquella voz me decía. Cada segundo, cada minuto, cada día. Me decía que la vida es tan monótona y de vez en cuando hay que...
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