Negociar con un Estado judio

Negociar como un Estado Judío
Muchos judíos, incluso entre los religiosos, albergan el miedo de que si el gobierno de Israel actuase de forma distintivamente judía, eso irritara las naciones e incitaría su hostilidad. Pero tal antipatía hacia Israel ya existe a pesar del totalmente diluido carácter judío del gobierno Israelí.
Recuerden el rechazo de Europa democrática de permitir que losEstados Unidos utilizaran los campos de aterrizaje de NATO para reabastecer a Israel durante la Guerra de Yom Kippur. Recuerden también, el reconocimiento de la OLP por parte de las Naciones Unidas en 1974, aun cuando el Acuerdo de la OLP exige la destrucción de Israel, un miembro de la ONU. Especialmente revelador —no, obsceno—son las repetidas condenas de Israel en el Consejo de Seguridad incluso conla cooperación de EEUU.
Aquí evidente, está la antigua hidra de anti-Semitismo, la cual los sionistas políticos pensaban podrían obviar estableciendo un estado secular democrático en la Tierra de Israel. Ciertamente, el Holocausto había desacreditado el odio abierto hacia los judíos, pero como observó un escritor, “la queja Palestina ha permitido que el anti-Semitismo latente sea canalizadohacia un criticismo ‘respetable’ hacia Israel—que fue sagazmente distinguido del mundo judío.”
Contrario a nociones prevalentes, no es obvio que la situación de Israel sería peor bajo un gobierno conformado por judíos “obstinados,” por recordar cómo se les llamó bíblicamente. Aunque extraño, a la Israel moderna también se le llama obstinada—“intransigencia” es la etiqueta actual—aun cuando sugobierno ha sido patéticamente permisivo.
Cualesquiera sea lo que uno piense acerca del acuerdo con Egipto, tener que entregar al Sinaí, incluyendo sus campos petroleros, bases aéreas estratégicas y $15 billones en infraestructura, sin poder permanecer en el más pequeño asentamiento de Yamit—haber sacrificado todo esto por lo que Anwar Sadat desdeñosamente llamó “un pedazo de papel,” es apenas unamuestra de intransigencia. Si el gobierno de Israel hubiese sido más obstinado, si no hubiese sacrificado tanto frente a una dictadura que ha convertido ese pedazo de papel en una pantomima, quizá Israel no estaría ahora presionado a sacrificar su patria, Judea y Samaria.
Lo que despierta la nación—desconocido para ellos mismos—no es la intransigencia judía, sino la dolencia judía. Decir de lasnaciones, incluso como hicieron Menachem Begin y Yitzhak Shamir—por no mencionar a sus sucesores—que “todo es negociable,” es confesar que nada es sagrado, en efecto, que Israel puede ser comprada—una postura apenas consistente con el judaísmo auténtico. Pero continuar con negociaciones incluso cuando todos saben que, dada su táctica inicial, eventualmente serán retiradas a diestro y siniestro,seguramente incitarán irritación y hostilidad. Tal humillación propia aleja a los amigos, quienes admiran la fortaleza, e incita a los enemigos, quienes se aprovechan de las debilidades.
Para que el gobierno de Israel cultive una reputación de intransigencia en cuanto a la herencia de su pueblo, y para ser merecedor de tal reputación, no es necesario suscitar la enemistad de naciones, en especial si talintransigencia fuese moderada con una medida de sabiduría bíblica.
Después de todo, cuando el gobierno de Francia actúa de forma distintivamente francesa—cínica y condescendiente, algunos dirían —ninguna otra nación es agitada por el hecho. Tampoco se preocupa ninguna otra oficina de asuntos exteriores por aquello que por años ha caracterizado la política externa de Inglaterra: la hipocresía.Además, cuando a un musulmán en Arabia Saudita le amputan una mano por robo, no se escucha ni una palabra de oprobio del Departamento de Estado Americano. Amputar las manos de los ladrones es reconocida como una costumbre Saudita.
La razón subyacente de tal indiferencia sublime es esta: Se espera que los gobiernos se conformen a la herencia de su pueblo. Esta es una obvia precondición para la...