Niños ,fútbol y psicodrama
Llega el fin de semana y a algunos niños les duele la tripa. La tensión ha ido aumentando a medida que aparecía por casa el matalotaje banderizo decada semana: la camiseta con el 10, las medias y espinilleras, las réplicas diminutas de las botas de Messi, la bolsa de deporte patrocinada por un taller local y serigrafiada con el nombre algokafkiano de la estrella: Iskander P, Garikoitz M, Josu K.
Camino del partido, los niños miran a sus padres, piensan en sus entrenadores, tragan saliva y se dicen: «Allá vamos». Saben que no será raro quetodo se complique, que haya gritos, quejas y problemas, que su inevitable torpeza termine defraudando a esos adultos que tanto parecen esperar de ellos.
Es ya un tópico escandalizarse por lo quepasa en los campos del país: el entrenador chandalista acosando al árbitro imberbe, las madres que se ríen de los críos del equipo rival, el padre que no deja de gritarle al tembloroso fideo con gafasque es su hijo que marque por delante, y que vaya fuerte al cruce, ¿cuántas veces tengo que decirtelo?, como en el vídeo que te pongo en casa, Bergomi anulando a Rummenigge, Mundial 82, y no le dejesrecibir, métele el codo, no le dejes recibir, pero qué pitas árbitro, estás ciego, es carga legal, hombro con hombro, imbécil, que eres imbécil, carga legal.
Puede que el partido del Pre-BenjamínB en Arrankubeitia hasta salga en los periódicos. Por la invasión de campo. Y por el niño del ataque de ansiedad. Y por las escaramuzas entre los distintos grupos ultras de progenitores. Lo cierto...
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