No sé

Joder. Ya no podía seguir llevando esa vida.
Un fuerte gemido, seguido de varios "Oh, dioses" y el fuerte hombre que lo montaba se desplomó, jadeante.
-Nonono. Olvídalo, precioso. Hazte a un ladoque me aplastas los huevos.
El hombre alcanzó a incorporarse a medias, ofreciéndole una sonrisita burlona.
-Eres un jodido nenazas.
-Un jodido nenazas al que te encanta acudir- gruñó, dándolemanotazos hasta quitárselo de encima-. Ultimamente vienes mucho por aquí...
-¿Qué, no quieres que venga?
Resopló y, divertido, se sentó en la colcha mientras negaba.
-No seas imbécil. Mientras más, mejorpara mí.
Hendrick le guiñó el ojo, colocándose de espaldas a la cama, abriendo sus largas y fornidas piernas al tiempo que alzaba las caderas, sensualmente
Alzó una ceja. El reloj de pared daba lasdos y cincuenta y cinco de la mañana. Sólo cinco minutos más para el fin de la hora.
-Eres un jodido ninfómano- alcanzó a gruñir antes de tragarse toda la verga.
Él gimió, agarrando su cabello confuerza.
-Y tú, ¡el jodido amo de las mamadas!

Cuando bajó al bar, ya el reloj marcaban las tres y diez minutos. Hizo un gesto de disculpa hacia su jefe, quien frunció el ceño y, sin importarlemucho, se adentró en la pista de baile.
Normalmente, después de estar sus respectivas dos horas con Hendrick, se ponía a cazar apenas ponía un pie en el bar. Hendrick lo dejaba exhausto, pero susfinanzas superaban con creces el deseo de descansar que siempre lo aquejaba.
Cerró los ojos, dejándose llevar por el estridente sonido del pop que tenía a todos los clientes brincando. Le gustaba, legustaba perderse y no pensar, dejar su mente en blanco; el mejor remedio en el mundo.
Una mano sujetando su hombro, un guiño, y el rostro de un hombre de al menos cincuenta y ocho años a escasoscentímetros de su rostro le dio la advertencia. Tenía que continuar si es que quería llegar al treinta de ese mes.

-¡ANDRE!
Un fuerte ruido, seguido de varios libros al piso. Sobresaltado aún, miró a...