olimpiadas lunares
Cuando papá entró en nuestrashabitaciones del hotel a decirnos que estábamos a punto de marcha, yo estaba sentado en el suelo jugando al boliche con mi hermanito menor. Mamá se había echado y me había pedido que no dejase alpequeño que metiese ruido. Había sentido vértigo durante todo el viaje desde la Tierra y creo que no se encontraba muy bien. El mocoso había estado todo el viaje jugando con las luces, apagándolas ypasando de «penumbra» a «sol del desierto», y vuelta a empezar. Lo agarré por el cogote y lo senté en el suelo.
Desde luego, no juego ya al boliche, pero en la Luna es verdaderamente un buen juego. Labola prácticamente flota y se puede hacer lo que se quiera con ella. Inventamos una serie de nuevas reglas.
–Prepáralo todo, querida –dijo papá –... Nos vamos enseguida a Rutherford. Vamos apreparamos.
–¡Oh, Dios me asista! –dijo mamá –. No creo tener fuerzas para ir. Ve tú y Dicke. «Baby Darling» y yo nos quedaremos tranquilamente aquí.
«Baby Darling» es el mequetrefe.
Hubiera podido decir ami madre que era un mal principio. A poco me salta un ojo con el palo, y dijo:
–¿Eh? ¿Cómo? ¡Yo también voy! ¡Vámonos!
–¡Oh, no, «Baby Darling»! –dijo mi madre –. No des disgustos a mamá. Iremos losdos al cine.
El crío tiene siete años menos que yo, pero no lo llaméis «Baby Darling» si queréis sacar algo de él. Comenzó a berrear.
–¡Dijiste que podría ir! –chillaba.
–No, «Baby Darling», no...
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