Ortiz y sus contrapunteos
m p á ñ e m e lector amigo — todo lector lo es— en una — ¿cómo
diré: excursión, incursión o transcursión?— por la obra y la vida de
Fernando Ortiz, sabio, cubanísimo autor del Contrapunteo. Prometo no
agotar su paciencia en numerosas dilucidaciones que ojalá juzgue nece
sarias y útiles. Si el recordado maestro, exige esta dilación, no lo pide
menos esa justiciainsoslayable ni ciega, ni con balanza, sólo con la
verdad, que llama a cada generación al deber de decir cuánto debe a los
predecesores y también lo que reclama de ellos. No hubiera ese deber,
y siempre sería conveniente decir quién fue, cómo fue y qué hizo en
sus circunstancias y expresión, aquel que abrió un camino, sin cuyo tra
zado no pudiéramos ver otras cumbres científicas ni quererlasmás altas
y diáfanas. Porque, digámoslo de inmediato, Ortiz fue maestro, por su
maestría y su magisterio científico. Y no lo fue menos sino más, por
su raigal cubanía.
Hubo otros, como él, cada cual a su manera, constructores de un
espíritu crítico de la primera República y una síntesis perecedera,
como todas; mas por ser sus iguales en esta perspectiva de hoy, apare
cerán aquí mencionadossin más glosa o con la mínima y algún día
deberá emprenderse con ellos pareja valoración, para apreciar hasta
qué punto los hombres de aquella época, en nación amputada y vacilan
te, avizoraron a tiempo y en buena medida lo que después ha sido
obra reparadora de todo un pueblo.
En tiempos de repliegues históricos, la crítica y la indagación, que
destruyen y edifican a lo largo de un añosolaboreo, son instrumentos
reveladores de lo que en la entraña del ser social va abriéndose paso
para decir su verdad. No verlo de este modo en el hacer vario, contra
dictorio a veces, irregular, escrito, hablado o callado de Ortiz sería
desconocer que hay momentos de un pueblo, sobre todo cuando aún
parece más bien un gentío, en que la obra común, colectiva, se pre
Aco
senta sólo yaparentemente, desde luego, como cosa de una persona
lidad o de unas pocas. Razón de más para que digamos al lector algo
que no sea un simple comentario sobre el magno libro que se pone
en sus manos sino también por qué y cómo, al cabo de un largo viaje
por la ciencia y la patria pudo escribirse.
Esta edición de la Biblioteca Ayacucho contiene una de las obras
cimeras de la ciencia social y dela literatura latinoamericanas. Lo es,
no solamente por la erudición y el noble decir que en ellas se nos
entregan apenas iniciada la lectura, sino igualmente por su esencia cu
bana. Todo, forjado y expresado en ese característico espíritu de bús
queda afanosa para la comprensión de su sociedad impedida, trozada,
angustiada, que caracteriza la sabiduría de Ortiz. También, debido a superdurable oportunidad, ella queda inscrita en el proceso de formación
y coherencia del pensamiento cubano sobre Cuba, como punto de par
tida, incitación señera de la investigación social para un futuro que
ya es presente. Malinowski lo decía en su prólogo a la primera edición
de Contrapunteo: como rosa de los vientos, sugiere numerosos caminos
a la indagación nacional.
E l Contrapunteo cubanodel Tabaco y el Azúcar llegó como apropia
da expresión de una luminosa madurez y resume aspiraciones científicas
cuyo inicio databa de los años finales del siglo xix . En medio de hartos
trajines políticos, cívicos y científicos, numerosos libros, ensayos y folletería varia fueron sembrando una experiencia múltiple y singular, ahora
expresada en nivel de superior ideación.
No sorprenderá allector saber que Fernando Ortiz fue hombre de
un momento en que el viraje necesario entre la colonia y la República
hemipléjica de 1902 se detiene y que por razón de edad queda sin
vínculos con aquélla e insatisfecho de ésta, en una suerte de vacío
que le compromete a un esforzado trabajo de dilucidación. Un azar de
tiempo lo situó entre los que pelearon por la independencia y los que...
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