Pequeños Detalles, Grandes Recuerdos
Era una tarde de mayo con aparente calma para varios de los habitantes, más una que otra mente inquieta que albergaba un mal presentimiento, familiares y vecinos en suscasas y departamentos propios y rentados, vivían despreocupados con su existencia de rutina, de la casa al trabajo, de la casa al campo o a la chacra, esperando regresen los hijos de la escuela,ninguna nube de zozobra o intranquilidad nos atormentaba, durante largos años hombres y mujeres han vivido de su fe y su trabajo, desde aquel día en que juntaron sus manos para no tener miedo, el espírituy la fuerza aparecieron y se adueñó de cada uno de ellos, no permitirían que nadie sembrara la huella del temor ni en sus mentes ni en sus corazones; lucharían hasta la muerte si era necesario.
Elpasar del tiempo, se hizo lento, cada segundo demoraba más de un instante y el siguiente era mucho más largo que el primero, ya cayendo la noche el cielo de mi ciudad empezó a llenarse de grandes ynegros nubarrones que amenazaban con una tempestad, las calles poco a poco se iban quedando solas, sin gente, sin carros, sin ruidos, sin llanto; únicamente el sonido acompasado de un viejo relojinterrumpía de vez en cuando el constante sonido de las primeras gotas de lluvia que golpeaban al chocar con el piso y techos, juntándose alocadas unas con otras para formar pequeños charcos que más tardeconvertidos en riachuelos corrían serpenteantes por las calzadas estrechas y desoladas buscando una sucia alcantarilla en donde desahogar su furia, su fuerza, su angustia, su risa, su iniquidad.Mientras tanto nosotros( mi hermano y yo) en compañía de Ciclón, mi adorado perro pastor alemán, corríamos a humedecer nuestros zapatos y él, sus patas, en aquellos pedazos de cielo; los charcos,...
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