Pointe Cap01

Capítulo
uno
Me gustaría poder decir que el día que Donovan
regresó fue excepcional desde el principio, que me
desperté sabiendo que ese jueves de octubre por la
noche habría de suceder algo especial.
Pero la verdad es que fue igual a cualquier otro día de
la semana.
Fui a la escuela y luego tomé el tren para asistir a la
clase de ballet.
Las personas sienten gran fascinación ante la bellezade la danza: las piernas largas, las zapatillas elegantes
y los rodetes impecablemente recogidos. Y están en lo
cierto, esas son varias de las razones por las cuales, a los
tres años, me sentí atraída hacia el ballet. Pero juraría
que esas mismas personas nunca pisaron el vestuario de
un estudio de danza porque, una vez que uno estuvo
del otro lado, ya no puede contemplarlo de la misma
manera.
Esel caos total.

Y además, esa vez estaba llegando tarde, porque el
tren nunca funciona a horario cuando tengo que estar
en algún lugar importante. Me ubiqué en un rincón vacío junto a los armarios y arrojé el abrigo al suelo mientras me quitaba las ballerinas. Todos conversaban sin
cesar mientras se cambiaban, pero yo era la única que
todavía seguía con ropa de calle. Phil una vez mencionó
que legustaría poder estar en el vestuario sin que lo vieran, y yo me eché a reír cuando comprendí que hablaba
en serio. Ahí dentro, los sostenes son de talla pequeña
y las caderas no tienen curvas, pero él dijo que no le
importaba y que las tetas eran tetas, pero yo creo que se
sentiría decepcionado. Sin mencionar el olor a pie.
Eché una mirada hacia la derecha: Ruthie Pathman
se encontraba sentada enel borde de la banca y deslizaba los pies dentro de las zapatillas de punta. La posición de la espalda era una línea recta perfecta y su
rodete ajustado no tenía un solo rizo fuera de lugar.
–Observarme no hará que te cambies más rápido,
Cartwright –comentó sin mirarme.
–No todas podemos darnos el lujo de llegar en auto
a la ciudad –repuse mientras daba un tirón a las medias
de baile–. El trenllegó tarde.
Al subirlas con demasiada prisa, apareció una corrida en mitad del muslo, rápida y definitiva. Era probable
que hubiera otro par perdido en el bolso, pero no tenía
tiempo para buscarlo. Las otras chicas comenzaban a
marcharse del vestuario y yo aún no había terminado
de vestirme.
Ruthie empujó el bolso dentro del armario.
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–Tendrás que pensar una excusa mejor. A nadie le
agrada esode echarle la culpa a otro.
Después de repetir una de las frases preferidas de
nuestra maestra de ballet, me hizo un guiño y cerró
bruscamente el candado con combinación. Desde cierta perspectiva, Ruthie podía parecer uno de esos ángeles descriptos en la Biblia: piel blanca, rizos dorados
y grandes ojos de mirada profunda. Pero lo único que
tenía de angelical era la forma en que bailaba. Eradiminuta, pero yo no conocía a nadie que hubiera participado en más peleas que ella, varones incluidos. Y
eso no era poco decir, ya que yo iba a una escuela que
poseía una cantidad desproporcionada de idiotas.
Cruzó la puerta y después volvió atrás y asomó la
cabeza en el vestuario.
–Tres minutos –sus labios se curvaron en una sonrisa
engreída antes de cerrar la puerta con firmeza.
Podía atarme lascintas de las zapatillas dentro del
estudio, pero todavía debía recogerme el pelo, y Marisa
se enojaba mucho con solo ver una horquilla fuera de
lugar. El vestuario estaba claramente reglamentado:
traje de baile negro, medias de baile rosadas y pelo impecablemente recogido. Estaba en graves problemas.
Levanté la pila de ropa desparramada a mi alrededor
y la arrojé dentro del armario. No me quedabamás remedio que arriesgarme a que me gritaran por el cabello
ya que, si no corría, no me permitirían entrar al estudio.
Con cada paso, los lazos de las zapatillas de punta se
enredaban alrededor de los tobillos y de los talones confabulándose para hacerme tropezar en mi carrera por
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el pasillo. Gracias al elástico ajustado contra los tobillos,
logré mantenerme en pie e ingresar volando en la...