Profesorado de Lengua y Literatura

Páginas: 17 (4005 palabras) Publicado: 28 de junio de 2013
Canto XIX: Aquileo Renuncia a la colera.
La Aurora, de azafranado velo, se levantaba de la corriente del Océano para llevar la luz a los dioses y a los hombres, cuando Tetis llegó a las naves con la armadura que Hefesto le había entregado. Halló al hijo querido reclinado sobre el cadáver de Patroclo, llorando ruidosamente y en torno suyo a muchos amigos que derramaban lágrimas. La divina entrelas diosas se puso en medio, asió la mano de Aquiles y hablóle de este modo:

¡Hijo mío! Aunque estamos afligidos, dejemos que ése yazga, ya que sucumbió por la voluntad de los dioses; y tú recibe la armadura fabricada por Hefesto, tan excelente y bella como jamás varón alguno la haya Ilevado para proteger sus hombros.

La diosa, apenas acabó de hablar, colocó en el suelo delante de Aquiles laslabradas armas, y éstas resonaron. A todos los mirmidones les sobrevino temblor; y, sin atreverse a mirarlas de frente, huyeron espantados. Mas Aquiles, así que las vio, sintió que se le recrudecía la cólera; los ojos le centellearon terriblemente, como una llama, debajo de los párpados; y el héroe se gozaba teniendo en las manos el espléndido presente de la deidad. Y, cuando hubo deleitado suánimo con la contemplación de la labrada armadura, dirigió a su madre estas aladas palabras:

¡Madre mía! El dios te ha dado unas armas como es natural que sean las obras de los inmortales y como ningún hombre mortal las hiciera. Ahora me armaré, pero temo que mientras tanto penetren las moscas por las heridas que el bronce causó al esforzado hijo de Menecio, engendren gusanos, desfiguren elcuerpo, pues le falta la vida, y corrompan todo el cadáver.

Respondióle Tetis, la diosa de argénteos pies:

Hijo, no te turbe el ánimo tal pensamiento. Yo procuraré apartar los importunos enjambres de moscas, que se ceban en la carne de los varones muertos en la guerra. Y, aunque estuviera tendido un año entero, su cuerpo se conservaría igual que ahora o mejor todavía. Tú convoca al ágora a loshéroes aqueos, renuncia a la cólera contra Agamenón, pastor de pueblos, ármate en seguida para el combate y revístete de valor.

Dicho esto, infundióle fortaleza y audacia, y echó unas gotas de ambrosía y rojo néctar en la nariz de Patroclo, para que el cuerpo se hiciera incorruptible.

El divino Aquiles se encaminó a la orilla del mar, y, dando horribles voces, convocó a los héroes aqueos. Ycuantos solían quedarse en el recinto de las naves, y hasta los pilotos que las gobernaban, y como despenseros distribuían los víveres, fueron entonces al ágora, porque Aquiles se presentaba, después de haber permanecido alejado del triste combate durante mucho tiempo. El intrépido Tidida y el divino Ulises, servidores de Ares, acudieron cojeando, apoyándose en el arrimo de la lanza, aún no teníancuradas las graves heridas, y se sentaron delante de todos. Agamenón, rey de hombres, Ilegó el último y también estaba herido, pues Coón Antenórida habíale clavado su broncínea pica durante la encarnizada lucha. Cuando todos los aqueos se hubieron congregado, levantándose entre ellos dijo Aquiles, el de los pies ligeros:

¡Atrida! Mejor hubiera sido para entrambos, para ti y para mí, continuarunidos que sostener, con el corazón angustiado, roedora disputa por una joven. Así la hubiese muerto Ártemis en las naves con una de sus flechas el mismo día que la cautivé al tomar a Lirneso; y no habrían mordido el anchuroso suelo tantos aqueos como sucumbieron a manos del enemigo mientras duró mi cólera. Para Héctor y los troyanos fue el beneficio, y me figuro que los aqueos se acordarán largotiempo de nuestra disputa. Mas dejemos lo pasado, aunque nos hallemos afligidos, puesto que es preciso refrenar el furor del pecho. Desde ahora depongo la cólera, que no sería razonable estar siempre irritado. Mas, ea, incita a los melenudos aqueos a que peleen; y veré, saliendo al encuentro de los troyanos, si querrán pasar la noche junto a los bajeles. Creo que con gusto se entregará al descanso...
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