Programacion Neurolinguistica

PENSANDO SOCIOLÓGICAMENTE
Zygmunt Bauman – Tim May

CAPÍTULO I:
UNO MISMO CON LOS OTROS –fragmento del texto-


ELECCIÓN, LIBERTAD Y LA VIDA CON LOS OTROS


Nuestras elecciones no siempre son el producto de decisiones conscientes. Muchas de nuestras acciones son habituales y por lo tanto no están sujetas a elección deliberada y abierta. Sin embargo, otros nos recuerdan a menudo que nuestrasdecisiones nos hacen responsables de sus consecuencias. Del mismo modo, si rompemos reglas que se supone que son para guiar la conducta de la gente, podemos ser castigados. El acto de castigo está pensado como un recordatorio y una confirmación de que somos responsables de nuestras acciones. En este sentido, las reglas orientan no sólo nuestras acciones sino también su coordinación con otros que a lavez pueden anticipar cómo es probable que actuemos. Sin haber establecido esto, la comunicación y la comprensión en la vida diaria son inconcebibles.
A menudo nos consideramos autores de nuestro destino y pensamos que controlamos nuestra vida. Sin embargo, ¿es esto así? Se podría sostener, por ejemplo, que estar desempleado es culpa exclusiva del individuo en cuestión quien, de poner en juegotodo su esfuerzo, podría ganarse el pan. Pero hay gente se pasa la vida dedicando su esfuerzo en conseguir empleo y diversas circunstancias vuelven tal búsqueda estéril (tasa de desempleo, pertenencia de clase, zona de residencia, ‘calificación’, edad, sexo, etc) Hay muchas situaciones, por tanto, en las que nuestra libertad para actuar está limitada por circunstancias sobre las que no tenemos ningúncontrol. De modo que una cosa es tener la habilidad para modificar nuestras destrezas y otra diferente es tener la capacidad de alcanzar los objetivos que perseguimos. ¿Cómo se manifiesta esto?
En primer lugar, podemos observar que en situaciones de escasez el juicio de los otros limita nuestras capacidades. Competimos con otros y el resultado dependerá sólo parcialmente de nuestros esfuerzos.Podemos buscar una vacante en un colegio o un puesto de trabajo y encontrar que por cada una/o hay veinte aspirantes, todos con las calificaciones requeridas. Por otra parte, el colegio o el empleador puede favorecer candidatos provenientes de determinadas esferas sociales. Nuestras acciones, entonces, se vuelven dependientes de los juicios de los otros, sobre los que ejercemos un control limitado.Esas personas pueden establecer reglas de juego y al mismo tiempo ser jueces, por lo que, posicionados por las instituciones, trazan el límite de nuestra libertad. De aquí que nuestro esfuerzo “real” nada o poco parece tener que ver en el asunto: son ellos los que consideran si mostramos o no las características apropiadas para justificar la admisión.
En segundo lugar, factores materiales moldeannuestra capacidad para alcanzar nuestros objetivos. ¿Qué sucede si no tenemos los medios para actuar sobre nuestras decisiones? Podemos pensar en mudarnos a un lugar con mayor tasa de empleo o menos superpoblado sólo para descubrir que el precio de los alquileres está fuera de nuestro alcance. Lo mismo puede decirse sobre la educación y la salud: hay que tener los medios para acceder a ellas. Loque se está demostrando aquí es que la libertad de elección no garantiza la libertad para actuar sobre esas elecciones ni asegura la libertad para alcanzar los resultados esperados.
Hasta aquí hemos mencionado limitaciones de índole material y del orden de lo simbólico: nuestra libertad no depende de lo que hacemos sino de quiénes somos en términos de cómo nos ven los otros. El acceso a un empleo,colegio, etc. puede verse restringido por el juicio ajeno respecto de nuestra etnia, edad, sexo, religión, ‘capacidades’. Asimismo, nuestras experiencias acumuladas moldean cómo nos sentimos en las situaciones corrientes en las que intervenimos y respecto de aquellas a las que aspiramos: si somos católicos ortodoxos, podemos no aceptar el divorcio o el aborto como hechos de la vida.
Estamos a la...