Prácticas formativas y eficacia del discurso profesional en la formación docente
Reflexiones en torno al quehacer de los enseñantes y el desempeño estudiantil en los IFD
Los institutoshan perdido su capacidad formativa; los docentes han cedido la fuerza de su discurso a la rutina del empleo en pos de una ambiciosa supervivencia profesional; los estudiantes han confundido sus ansiasde progreso con la temerosa obsecuencia a un sistema perversamente confuso y dadivoso. ¡Lo creo fervientemente!
Fue esa la reflexión que sobrevolaba la última jornada en la que concurrí aaquel instituto formador de docentes. Me levanté decepcionada de la mesa de trabajo, si es que era eso lo que tal escena representaba. La mesa del consejo consultivo estaba ubicada en la galería, de modotangencial a la puerta de la dirección aquella noche; fue una decisión consensuada que estuviese allí, aunque más que creer en una determinación atribuida a la alta temperatura reinante, podríapensarse que su ubicación ponía al descubierto una rica significancia. Fuimos sentándonos uno a uno los miembros del consejo excepto la directora, quien se excusó ante la urgencia de otra tarea simultánea.En la improvisada mesa aparecieron, poco a poco, cuadernillos y propuestas de lo que sería el ingreso de los estudiantes el año siguiente. También se entremezclaban algunas planillas requeridasadministrativamente: planillas llenas de datos; interpretaciones profundas de los mismos… en interminable espera. Parados en esta situación, cabe preguntarse: ¿Es posible programar el porvenir sin haberevaluado el punto de llegada en el que se encuentra la institución? Intentar un salto al futuro -¿de forma intuitiva?- sin haber reconstruido el tejido que explique lo que fue el proceso y susresultados. ¿Se puede?
En este punto sonaban, casi lapidarias, las palabras de Miguel Ángel Santos (1998) cuando decía: Llama la atención que esta peculiar institución que es la escuela no se someta...
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