psicologa


“No hay brújula tan certera como el azar para encontrar lo inesperado. Quien se deja llevar por el azar y pasa por alto las relaciones de causa a efecto, descubre siempre- o casi- una realidad desconocida, que estaba a la vista desde hacía mucho sin que nadie lo advirtiera”.

Así comienza un periodista su artículo publicado en internet, refiriéndose a su re encuentro, durante su estadía enNueva York, con el personaje de Marilyn Monroe, hecho que motiva en él quizá cierta melancolía, quizá una visión diferente de la diva desde su propia madurez.
Me pliego a sus palabras. El azar trajo este hermoso artículo a mis manos, mientras yo intentaba resolver cómo abordaba el trabajo que debía realizar sobre Kohut.
Mi deseo era darle un sentido práctico, clínico, aplicable a la sencillarealidad cotidiana, así como siento que estas características constituyen la identidad básica de sus aportes sobre el narcisismo.
Con mis pensamientos puestos en Kohut fue que llegó “Marilyn Monroe en sus últimos días”, relatados en este tono musical y poético, y la descripción de una sesión de fotos que se tomó desnuda sólo dos meses antes de morir, desde las que el escritor describe, a través deimágenes, las enormes contradicciones que plasmaban su cuerpo de diva que comenzaba a mostrar signos de deterioro, su actitud y su mirada de amargura. El terrible sufrimiento de una mujer que quizás se hizo cargo, sin saberlo, de ser un exponente popular de las vicisitudes narcisistas de su época. Ella prestó su historia de abandonos, desamores, locura y frustraciones. Hipotecó su hermoso físicopara convertirse en diosa deseada y admirada por hombres y mujeres. Los demás pusieron el resto, generaron el símbolo, la ilusión de que lo perfecto sí existe, y negaron, junto con ella, la falta, el miedo, la carencia, la impotencia y la vulnerabilidad que empezamos a vivir los seres humanos en esos años.


Los ultimos días de Marilyn Monroe. (1926-1962)

(Fragmentos de un artículo por TomásEloy Martínez/ Visión Global Digital.com)

“En junio de 1962, Marilyn aceptó posar (desnuda y no) para el fotógrafo Bert Stern, a quien había contratado la revista Vogue. Tres o cuatro de estas tomas aparecieron en las ediciones del mes siguiente. Las otras fueron archivadas en un desván. Stern las ocultó la mañana misma en que Marilyn murió, el 5 de agosto de aquel año, y las resucitó pocodespués en su libro, que conserva las imperfecciones y las marcas rojas de todo borrador. Algunas de esas fotos pueden verse ahora en Internet, donde la frialdad digital les deja poco de la magia de sus orígenes o lo que Stern llamaba “la imposibilidad de captar una luz que no cesa de moverse”.

“… A partir de allí el silencio, el vacío, la mano tendida desesperadamente hacia la nada. En el dormitoriodonde Marilyn se suicidó no quedaron sombras de asesinos solitarios ni de amantes furtivos. En vísperas del final, se vislumbra que ella no tenía fuerzas ni para llamar a Dios por teléfono y que jamás había salido de la infancia. Pese a lo cual envejecía. Tal era el drama. La Marilyn que desenmascaran las fotos de Stern es la de la perfección violada: la imagen de la carne incorruptible eimperecedera que sin embargo siente su propio desvanecimiento.”

“… En las imágenes de Stern, Marilyn vuelve a ser la maravillosa criatura muerta que se esfuerza por aferrar la vida. El implacable fotógrafo no le disimula los aguijones de las arrugas en torno de los ojos, la oscura línea de una cicatriz sobre el vientre, las zarpas de la edad clavadas en los codos, los días que no se quieren vivir yque sin embargo llegan en las penumbras de la mirada.”

“… cuentan que hacia el final de las sesiones con Stern, Marilyn dejó caer el echarpe de seda que la cubría y le preguntó: “Bert, ¿no te parezco joven para mis 36 años?”
No parecía joven, pensó el fotógrafo. Parecía anciana y recién nacida, inocente y perversa, vacilante como la primera mujer en el primer día del universo. Se le acababa...