resumen el recluta

EL RECLUTA



“Nadie siente tanto desdén por los pobres diablos como los pobres diablos con uniforme”
Ernesto Sabato


Este escrito está dedicado a los 21+ 1 jóvenes que integraron el contingente de avioneros octubre de 99 del ALA aérea nº 3, Arequipa, gallardos que dedicaron dos irrecuperables y valiosos años de su mocedad al servicio de su Patria, grupo del cual me honré en formarparte.



B… pidió a su camarada, que estaba de servicio imaginario, lo despertase quince minutos antes de que diera la medianoche. Así lo hizo aquél. B… se levantó del lecho con evidente desazón, se puso el short y el bivirí, cruzó, perezoso todavía, su cuadra en dirección a la de los antiguos y dijo a su promoción que, para cualquier cosa, se presentaría al sargento Sánchez. Moral nomás, levaticinó aquél mientras palmeaba su espalda e interrogaba con aire compasivo, ¿Qué mierda habrás hecho? Halló el sobre de Sánchez, le fue fácil, era el primero, el más alto y más acolpachado de todos. Despertó al jefe moviéndolo tímidamente por los hombros.

- Mi sargento –susurra-, recluta B… presentándose -una ráfaga blanda proveniente del baño ilumina parte del aposento y un aura lúgubrerecorre el lugar.

- Muy bien perro, así me gusta -farfulla, adormilado, el sargento, maquinalmente, ordena-, para planchas un dos.

- Tres, cuatro -contesta B… colocándose al momento en la posición indicada: las palmas de las manos al piso, el cuerpo bien estirado, soportado por las puntas de las extremidades, en posición semejante a la de los reptiles.

- Cien

-Voy

- Empezar

-Ya… uno, ya… dos, ya… tres -siente cómo su respiración empieza a agitarse, cómo surge en su interior la misma espuma que surge de la cerveza al ser agitada. Su conteo es pausado, seguro. Ya… cuando sus brazos se flexionan y su pecho roza el suelo. Siete, ocho, nueve… cada vez que sus brazos se estiran y su espalda se eleva. Mantiene su cuerpo rígido y su mente también.- Ya, veinte… ya, cincuenta… … ya, cien…

- Pararse un, dos -ordena el otro, espontáneo, al escuchar ese número que le es tan familiar, pronunciado de una manera igualmente conocida, con esa entonación agitada y reprimida de quien cumple un sacrificio.

- Tres, cuatro -nota los brazos endurecidos como troncos y la frente aguada como mantequilla puesta al sol.

Sánchez seincorpora y se sienta sobre el camarote. Desde la litera alta contempla con aire despectivo al hombrecito que debía obedecer todo cuanto de sus ganas tuviera origen, reprende despacio como para no despertar a nadie, no sabe o quiere no saber que ya todos notaron el jadeo del recluta y, en silencio, compadecieron su suerte, a la par que renegaron porque entorpecía el sueño. Tiene el timbrequisquilloso de quien se cree, en realidad, un superior.

- Tú eres un perro, un pelado, los perros son obedientes, si yo te digo que corras, corres, si digo que un último, tú no debes llegar último, ¿has comprendido?

- Comprendido, mi sargento -la voz aquietada del recluta posee un tono indiferente, aquel tono con que los feligreses elevan su rezo en las iglesias, monótono e inconsistente. Sucuerpo se mantiene rígido cual larguero pequeño y está mirando al techo, contando las escarchas.

El sargento percibe aquel timbre y siente un soplo de ironía en la respuesta del subordinado, trata de disimular el enojo que le produce mas no lo consigue. Deseoso de una respuesta que pueda considerar sincera resuelve volver a interrogar. La presencia del pelado delgaducho y encima pendejito leintriga y le inquieta, está, sin saberlo, sutilmente picado.

- Tú eres un perro cochino, ¿Qué eres?

Pregunta que a B… le parece innecesaria, provocadora a todas luces, con lo anterior, piensa, tenía suficiente, pero no, ahora decir que uno es, en serio, un perro, y encima cochino, esto ya lo cansa a uno, se dice, y recuerda como todos los días, en cada ocasión en la que tropieza con un...