Samuel G

“El Cantar de Mio Cid”
Fragmentos


La obra de El Mío Cid es un poema de carácter épico. La poesía épica, como ya sabemos, canta las grandes hazañas de héroes legendarios. El cantar de Mío Cid pertenece al género poético y al subgénero de la épica.

Esta obra pertenece a la corriente artística literaria llamada Medievalismo. El corte medieval es abiertamente idealista. El hombre deesta época tiene como sus grandes ideales: la bondad, la santidad, el heroísmo, la fidelidad, el amor espiritual.

El cantar del Mío Cid es una alabanza a la heroicidad de un hombre que representa a todo su pueblo El Cid, como personaje, simboliza todos los ideales del hombre en su época. Este caballero castellano es fiel a su Rey, noble con sus enemigos, valiente en las batallas,profundamente religioso, protector de su familia, bondadoso compañero, y en fin un modelo de perfecciones que servía a la gente común como meta ideal en su propia conducta.



Lee con atención los siguientes fragmentos de El Cantar del Mío Cid.


Cantar primero: El destierro

Convocó a sus deudos y vasallos, díjoles cómo el rey le mandaba abandonar su tierra dentro del corto plazo de nuevedías, y que quería saber quiénes de ellos estaban dispuestos a desterrarse con él y quiénes no.
-Y a los que quisiesen venir conmigo –añadió-, que Dios se lo pague; y de los que prefieran quedarse aquí, quiero despedirme como amigo.
Y su primo hermano, Álvar Fáñez, le contestó:
-Con vos, Cid, con vos iremos por yermos y poblados, y no os hemos de faltar mientras tengamos alientos. Envuestro servicio se nos han de acabar nuestros caballos y mulas, dinero y vestidos. Ahora y siempre hemos de ser vuestros leales vasallos.
Todos aprobaron lo que dijera don Álvaro, y el Cid lo agradeció mucho a todos. En seguida partió de Vivar, encaminándose a Burgos. Desiertos y abandonados quedan sus palacios.
Con los ojos llenos de lágrimas, volvían la cabeza para contemplarlos porúltima vez. Y vio las puertas y los postigos sin candados; vacías las perchas, donde antes colgaban mantos y pieles, o donde solían posar los halcones y los azores mudados. Suspiró el Cid, lleno de tribulación, y al fin dijo así con gran mesura:
-¡Loado sea Dios! A esto me reduce la maldad de mis enemigos!


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Ya entra el Cid Ruy Díaz por Burgos; sesenta pendonesle acompañan. Hombres y mujeres salen a verlo; los burgaleses y las burgalesas se asoman a las ventanas; todos afligidos y llorosos. De todas las bocas sale el mismo lamento: -¡Oh Dios, qué buen vasallo si tuviese buen señor!


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Venida la noche, el Cid se acostó, y un dulce sueño empezó a invadirle, adormeciéndole profundamente. En una visión, vino a su lado elángel Gabriel:
-Cabalga-le dijo-, cabalga, buen Campeador, que nunca varón alguno cabalgó con más suerte. Todo te ha de salir bien mientras vivas.
Y el Cid se santiguó al despertar.


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Embrazan frente a los pechos los escudos, enristran las lanzas, envuelven los pendones, se inclinan sobre los arzones, con ánimo de acometer denodadamente.
El que en buenhora naciera dice a grandes voces:

-¡A ellos, mis caballeros, en el nombre de Dios! ¡Yo soy Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador!
Todos dan sobre la fila en que está luchando Pedro Bermúdez. Son trescientas lanas con pendones, y de sendos golpes mataron a trescientos moros. Al revolverse cargan otra vez y matan otros trescientos.


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Cantar segundo: Lasbodas
El rey, alzando la diestra, se santigua:
-¡Válgame San Isidro! ¡Y cuánto me alegro de esas inmensas ganancias que ha hecho el Campeador y de sus continuas hazañas! Los caballos con que me obsequia, lo acepto.
Pero lo que complace al rey, a Garci Ordóñez le pesa:
-Se dijera –observa- que no hay un solo hombre vivo en tierra de moros según pone y dispone a su guisa el...