San antonito
parece marchar a la solución cuando obtiene alojamiento para su protegido en casa de las señoras DelPino, amistades suyas de Mcdeliín. Con esto se inicia una segunda etapa en la acción dramática, en que las Del Pino pasan a ser portadoras de la voluntad expresada inicialmente por Águeda. Doña Pachahace piadosas diligencias ante el Rector del seminario para conseguir una beca a su pupilo. Fracasa. Sin desmayar, obtiene la ayuda de otra piadosa dama, doña Rebeca Inostroza de Gardeazábal, quienfinancia la alimentación del santico. La sagrada causa prospera con la ayuda de los huéspedes de las Del Pino y sus contribuciones de libros, ropa y zapatos. La evidente santidad de Damiancito abríatodas las puertas.
Encariñadas con sus modales respetuosos y su castidad —Damián jamás había mirado siquiera a la Candelaria, protegida de las Del Pino—, el muchacho se hace parte importante del hogar delas señoras, para su pío gozo. Damiancito se entregaba a ejercicios religiosos, meditaciones sacras, a los altos estudios: "vertía del latín al romance y del romance al latín ahora a Cornelio Nepotey tal cual miaja de Cicerón, ahora a San Juan de la Cruz, cuya serenidad hispánica remansaba en unos hipérbatones [sic] dignos de Horacio Flaco. Probablemente Damiancito sería con el tiempo un Caronúmero dos" (pág. 574). Su sabiduría era completada por la atmósfera de santidad que rodeaba su cuerpo frágil:
Las Del Pino compensaban la falta de comprensión del Rector del Seminario, que seguíanegando la beca, mimando a Damián y regalando su cuerpo endeble, depositario de tanta perfección: los mejores alimentos, el mejor lecho. Pasado el primer año de estudios, llegadas las vacaciones,...
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