Sanando mi cuerpo

Soy Eglantina, acabo de cumplir 70 años, vivo con mi esposo y mi hijo menor, actualmente llevo una vida normal, digo actualmente porque hace algún tiempo esto era muy diferente. Sufro de varices,tenía poco más de 40 años cuando me sometieron a una intervención quirúrgica, nunca nada volvió a ser igual para mí; mi pierna derecha manifestaría para siempre dolores y molestias que con el paso de losaños fueron acrecentándose e involucrando otros miembros de mi cuerpo a tal punto que me recetaron bastón o carrito para caminar. Me negaba a usarlo a pesar de la insistencia de mis hijos, desplazarmesola era muy complejo para mí, subir o bajar escaleras se transformaba en toda una odisea. Así mi vida, cierto día visité a mi dentista, su consulta ubicada en un segundo piso era una verdaderatortura. Ante mi calamitoso estado, el profesional comentó: “Aquí abajo hay unas camas que los viejitos entran en silla de ruedas y salen caminando”, pero ha de ser muy caro –respondí-, “tengo entendidoque son gratuitas” –respondió él-. No muy convencida decidí pasar por “las camas”. Mi desconocimiento era total, la única referencia que tenía estaba un piso más arriba, pero me aventuré, hasta esemomento había probado todo lo que me recomendaban, probar una vez más estaba en mi naturaleza, no tenía nada que perder. Entré. Llamó mi atención el respeto con que era tratada cada persona al interiordel lugar, me sentí inmediatamente acogida y ha sido muy grato comprobar que esa maravillosa actitud ha permanecido en el tiempo.
En cuanto a mi experiencia directa con la cama y sus rodillos, puedodecir que la primera vez sentí un poco de dolor, a pesar de él, decidí volver. El ambiente del lugar generado por la actitud positiva y cariñosa de los monitores y los comentarios de quienesllevaban más tiempo me convencieron de que ese era el primer paso, en efecto, terminada la tercera sesión noté cambios favorables. Ha pasado algo más de tres años y aquí estoy, mi mejoría ha sido, para...