Scalabrini Ortiz Raul El Hombre Que Esta Solo Y Espera PDF

Páginas: 127 (31706 palabras) Publicado: 21 de octubre de 2015
El hombre que está
solo y espera
Raúl Scalabrini Ortiz

Librerías Anaconda, Buenos Aires, 1933

La primera edición de esta obra apareció el 15
de Octubre de 1931, en la editorial de Don
Manuel Gleizer. La segunda edición, el 31 de
Diciembre de 1931. La cuarta edición apareció
el 1º de Julio de 1932, en la Sociedad Editorial
Tráfico. La quinta edición apareció el 15 de
Noviembre de 1932, ordenadapor las Librerías
Anaconda.

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OTRAS OBRAS DEL AUTOR

Es costumbre mentarlas, y por eso el autor confesará la
profesión de un opúsculo de matemáticas, editado en 1918;
un libro de cuentos titulado “La Manga”, publicado por
Gleizer en 1923; una comedia mal facturada, que se representó fragmentariamente en 1926. Realizó además unasostenida campaña pro reconocimiento de bondades porteñas, como
redactor de “La Nación”, “El Mundo”, “El Hogar”, y
“Noticias Gráficas”. Pero su obra mejor, la más indiscutiblemente porteña, está en sus incurias, en sus vagancias por
las calles, es sus representaciones, es su amor a la ciudad,
jamás desmentido, y en esta certidumbre, lector, de que yo y
usted tenemos un mismo sueño parejo...

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¡CREER!
He allí
toda la magia
de la
vida

Atreverse a erigir en creencias los sentimientos arraigados en cada uno, por mucho que contraríen la rutina de creencias
extintas, he allí todo el arte de la vida.

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LECTOR:
No catalogue vacío de sentido a lo que en elinterior de este libro llamo “espíritu de la tierra”.
Si por ingenuidad de fantasía le es enfadoso concebirlo, ayúdeme usted y suponga que “el espíritu de
la tierra” es un hombre gigantesco. Por su tamaño
desmesurado es tan invisible para nosotros, como lo
somos nosotros para los microbios. Es un arquetipo
enorme que se nutrió y creció con el aporte inmigratorio, devorando y asimilando millones deespañoles, de italianos, de ingleses, de franceses, sin dejar
de ser nunca idéntico a sí mismo, así como usted no
cambia por mucho que ingiera trozos de cerdo, costillas de ternera o pechugas de pollo. Ese hombre
gigante sabe dónde va y qué quiere. El destino se empequeñece ante su grandeza. Ninguno de nosotros lo
sabemos, aunque formamos parte de él. Somos células
infinitamente pequeñas de su cuerpo,del riñón, del
estómago, del cerebro, todas indispensables. Solamente
la muchedumbre innúmera se le parece un poco. Cada
vez más, cuanto más son.
La conciencia de este hombre gigantesco es inaccesible para nuestra inteligencia. No nos une a él
más cuerda vital que el sentimiento. Cuando discrepemos con sus terminaciones, quizá en el corazón
tengamos una avenencia.
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LA GOTA DE AGUA

Acuidad avizora y vocación sin desfallecimientos deben sostener al que procure indagar las modalidades del alma portería actual.
Y digo actual, porque se me ocurre una irreverencia macabra la de andar desenterrando tipos
criollos ya fenecidos —el gaucho, el porteño colonial, el indio, el cocoliche— cuya privanza inalienable, aquella que no esmera caricatura o pintoresco señuelo de exotismos, pervive y revive en
la auscultación clarividente de la actualidad. En
el pulso de hoy late el corazón de ayer, que es
él de siempre.
La tarea es desalentadora. Muchos hábiles y
bien pertrechados investigadores de almas se resignaron a distraernos de su fracaso, connotando
las peripecias de sus frustradas tentativas, y algunos incurrieron en laligereza de negarle a Buenos Aires, y por lo tanto a la república, una arquitectura anímica completa e inconfundible. Razones étnicas y simples traspasos de criterios, y
no verdaderas comprobaciones de realidad informaron esos pareceres apresurados. Su penetra11
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ción no alcanzó a revelarles uno de los más extraordinarios poderes...
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