Severino De La Cruz

“Rendón Willka” (Severino de la Cruz) evoca a Arguedas | | | |

Domingo 23 de Enero de 2011 16:35 |
  Diario La Primera
 Severino de la Cruz (Rendón Willka de “Todas las sangres”), fue invitado para el reestreno de la obra teatral homónima que se ha presentado en una corta temporada y termina hoy en el Centro Cultural Ccori Wasi, en Miraflores (7.30p.m., ingreso libre). De la Cruz esun testimonio vivo de la calidad humana de José María Arguedas.   “Lo conocimos bastante tarde. Casi todos los que hemos nacido en San Juan de Lucanas no le dimos la importancia debida, porque teníamos conocimientos limitados de literatura. Estábamos acostumbrados a trabajar desde los 11 años en las haciendas de Nasca durante los 3 meses de vacaciones. Mi generación terminó los estudiosprimarios a los 14 años y nos fuimos casi todos a las minas. Sólo 4 fueron a estudiar a Puquio la secundaria. Pero no nos adentramos a leerlo.   Más adelante, cuando se reclamaba la nacionalización del petróleo, ya nosotros teníamos nuestro sindicato minero. Ahí nos visitaban los universitarios y dirigentes. Conocí a un grupo de sanmarquinos. Cuando fui a Lima, en una charla me dijeron si quería conoceral doctor Arguedas. ‘Encantado’, les dije.    “A Arguedas lo encontrábamos en el museo, en la avenida Alfonso Ugarte”, me dijo un muchacho. Tocó la puerta y se abrió. “Acá estamos trayéndote un paisano tuyo. De San Juan. Minero”, dijo. El doctor me hizo una serie de preguntas. Que si era de San Juan, si era minero y si era del sindicato.    Desde ese día me invitó a su casa en jirón Chota. Mepresentó a Celia Bustamante, su esposa. Me preguntó qué pensaba de la literatura. Y yo, cero, pues. La misma señora me dijo ‘Cuando vienes a Lima, vienes acá’, pero nunca fui a alojarme ahí, siempre iba al hotel, pero iba a buscarlo siempre al doctor. Ya cuando venía a Lima me llevaba a diferentes conferencias. Tenía un carrito Escarabajo, Volkswagen, negro. También lo visitaban un montón degringos.   Como yo era de San Juan de Lucanas, me preguntó por su hermanastro, el que le hacía la vida imposible cuando niño. En ese tiempo, su hermanastro Pablo Pacheco seguía siendo mandamás, autoridad, gobernador. Era nuestro paisano y yo estudiaba con su hijo, Pablito, con quien tengo amistad hasta ahora; vive en Trujillo y es un ingeniero civil que nunca ha reclamado nada en San Juan. Es más,colabora. Yo tengo una pequeña biblioteca en San Juan y Pablito Pacheco, el hijo, me envía libros.   Con José María tuvimos una amistad íntima. Se fue a Chile un día y se trajo a Sybila Arredondo. Para eso ya habían tenido discrepancias con Celia. Sybila me tenía mucho aprecio. Ayudaba a su esposo José María Arguedas, era enterada en literatura. Cuando estaba con José María no estaba en política.  Cuando José María se suicida, yo estaba en Lima. Leí la noticia y corrí como loco, pero no dejaron entrar a nadie al hospital, a nadie. A los pocos días falleció. Fui al velorio, en la Universidad Agraria de La Molina. Ahí, cuando estaban velándolo en el patio, en la parte del fondo, los muchachos prendieron fuego, hicieron una fogata toda la noche. Posteriormente se supo que Sybila había tenidorelaciones con Sendero Luminoso. Cuando estaba Arguedas, no hubo nada de eso.   Arguedas nunca pudo tener hijos. Eso es lo que nos decía su hermano Arístides. Que él no podía tener hijos. Era un joven muy pintón y sabiendo las chicas que no podía tener vástagos, se le aventaban; lo hacían porque no había peligro.   Recuerdo que en una de nuestras conversaciones, el doctor Arguedas me dijo‘Severino, yo voy a ponerte en uno de mis trabajos que estoy haciendo’. Le di las gracias, pero nunca pregunté cuál era. Me enteré después. Arguedas me decía ‘Tú tienes que escribir’. A mí y a todo el mundo. Yo le decía ‘Pero, doctor, si yo no sé ni leer’. ‘No es necesario ser literato o tener conocimiento, pero sí es necesario tener tus apuntes. Es lo que, a las finales, te sirve’, decía.    El año 77...