Soñar el bosque, curar heridas
Gerardo Seminario Námuch “…la tierra no era de ningún hombre sino de todos los hombres, como lo eran la luz y el aire y las estaciones.” William Faulkner (Fue ‐ Desciende Moisés) Río Santiago está habitado en sus zonas media y alta por población wampis 1 o shuar y en la zona baja por población awajun, tiene 58 comunidades, tres de ellas formadas por migrantes mestizos. Hasta antes de la guerra del cuarenta y uno los pueblos awajun y wampis aún eran adversarios, pero posteriormente, ante la necesidad de enfrentar la llegada de agentes externos, comienzan a organizarse alrededor de lo que luego sería el Consejo Aguaruna Huambisa. Junto al Kanus (nombre original del Santiago) los ríos Nieva, Marañón, Cenepa y Domingusa, habitados casi en su totalidad por población awajun y en pequeño porcentaje por migrantes hispanohablantes, forman un tridente que compone la provincia de Condorcanqui (Región Amazonas), creada oficialmente en 1984, al igual que el distrito de Río Santiago. Este trabajo describe el incremento cíclico de la presión política, social y cultural que en décadas recientes el Estado nacional ejerce sobre la población wampis awajun de Río Santiago y las heridas que se han generado en este proceso. Se busca llamar la atención sobre la necesidad de reparar esta situación a través del reconocimiento de estos pueblos, del respeto a su diferencia y de una auténtica vocación por el desarrollo de políticas interculturales para los pueblos indígenas que integran el Perú.
Comunidad de Soledad, Alto Santiago 2
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Podemos clasificar wampis y awajun como palabras agudas, pero a la fecha ambos pueblos no han resuelto el uso de la tilde, siendo lo convencional no emplearla, pauta que seguimos en este texto.
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“El primer tipo de conocimiento, kanúrtin‐karíntin, proporciona una visión profunda del mundo, de lo realmente real, más allá de la apariencia y fachada de la vida normal, de manera que se puede ver profundamente lo que superficialmente no se ve. Este conocimiento se consigue durante el sueño, cuando la mente está inconsciente.” Luis M. Uriarte (Guía Etnográfica de la Alta Amazonía. Volumen VI) “El anciano le dio de beber otra medida de la pócima amarga extraída del cactus dorado de sus antepasados, como escribiera su padre; luego, en una pequeña concha nacarada, le hizo sorber por cada orificio de la nariz tabaco mezclado con aguardiente. El tiempo es como una flecha arrojada al vacío de trayectoria recta e infinita. Las contiendas de la memoria y la invención para recuperar los instantes perdidos. Pero aquí el tiempo era reversible: círculos concéntricos, la espiral, simultaneidad, fusión, congelamiento, abolición de temporalidad, leyes similares regían el espacio” Miguel Gutiérrez (La Violencia del Tiempo) Dos narraciones escuchadas en la comunidad de Nauta me hicieron recordar que también estamos hechos de sueños, que no siempre todos podemos participar o coincidir en ellos y que soñar es una experiencia disímil, sentida de modo distinto de acuerdo al lugar y tiempo que nos toca vivir. Igualmente me hicieron recordar que en el sueño, todos conciliamos. Lo hacemos con uno mismo, con el todo que nos define, con nuestra ciudad o nuestro bosque, con los elementos de la naturaleza, con el resto de los hombres, con los espíritus de nuestros muertos, de otros seres y con el cosmos. La primera historia es sobre una mujer de más de cincuenta, que acá ya parece mucho, mujer de piel oscura y arrugada, que en las mejillas lleva dos tatuajes circulares hechos con huito; y baja por la quebrada hacia el Santiago. El bosque sin luna está tan oscuro como mudo, pero ella, aunque con paso lento, camina con seguridad por la rivera sin resbalar en el lodo. Los animales parecen haberse ...
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