soledad

Páginas: 8 (1761 palabras) Publicado: 22 de octubre de 2014
Capítulo primero - Escenas conyugales
Era una hermosa tarde de verano del año de 1826. El sol se había ocultado ya, pero sus últimos rayos de brillo,se siente el atardecer, doraban aún la soberbia cumbre del Illimani, como si el rey del día al ausentarse quisiera tributar su último homenaje al monarca de los Andes. El gigante ostentaba sus dos inmensos picos cubiertos de sempiterna nieve,mientras que a sus pies resplandecía el verdor de una eterna primavera. El plátano dorado, la aromática piña, el hermoso limonero y el colosal pacay embalsamaban el aire a la par de todas las flores tropicales que la naturaleza pródiga ha derramado allí. Haciendas ricas y pintorescas se extendían a la falda del gigante, y sus rojizos tejados y blancas paredes se destacaban sobre una alfombra de verdeterciopelo. Hacia al Oriente la vista se limitaba por una árida cadena de montañas que contrastaban con aquellas verdes islas cuyo núcleo era por lo general una hermosa casa de campo. En una de las quebradas más fértiles y pintorescas de aquel sitio había por el tiempo de que hablamos una linda hacienda cuya casa estaba edificada en la falda de un escalón de la montaña, que en aquel lugar formabauna planicie. A esta casa es a donde queremos introducir a nuestros lectores.
La forma del edificio era la de un cuadrilongo. El centro de él estaba ocupado por un gran patio rodeado de corredores bajos y galerías altas. En él había un surtidor de piedra berenguela, a cuyo alrededor se veían infinidad de macetas de flores. Las habitaciones altas que miraban al Oriente tenían a su frente unamagnífica galería de arcos, y sobre el fondo aplomado de sus pilastras de granito resaltaban el verde sombrío y la blancura inmaculada de las enredaderas y los jazmines que allí se encuentran todo el año. Desde aquella galería se descubrían a vista de pájaro la entrada de la quebrada y todos los huertos cercados que rodeaban la hacienda.
En aquella galería había dos personas. La primera era una jovencomo de diez y nueve anos, edad en que la mujer está en toda la plenitud de su desarrollo, y la otra un hombre que ya había pasado de los cincuenta y ocho. Un pintor hubiera dicho de la joven que era una imagen escapada de las telas de Rafael, un poeta la hubiera creído un serafín bajado del trono del Señor, y yo diré simplemente que era una de aquellas obras acabadas salidas de las manos delCreador que hacen admirar su poder y adorar la vida. Era rubia y blanca y en su cándido rostro brillaban dos ojos negros, grandes y rasgados que daban a su fisonomía una expresión singular. Había en su mirada algo que decía que aunque toda su persona derramaba la dulzura y la suavidad tenía en su alma una centella que debía incendiarla. Estaba vestida de blanco, y una ligera pañoleta celeste haciaadivinar las voluptuosas formas de su seno. Sentada en un sillón con la vista fija en el paisaje grandioso que se desenvolvía a su vista, se hubiera dicho que era la estatua de la castidad meditando.
El otro personaje no tenía nada de notable en su fisonomía. Estaba descuidadamente vestido, con un levita negro abotonado hasta el cuello, que rodeaba una corbata del mismo color, negligentementeanudada. Aunque sus facciones eran vulgares, su frente calva, los pocos cabellos blancos que la coronaban le daban cierto aspecto de dignidad. Su tez amarilla y sus ojos empañados indicaban un temperamento bilioso, mientras que su nariz aguileña y prominente parecía ser prueba de un carácter violento e imperioso. Su boca era grande y sus labios abultados, y en aquel momento estaban fuertementecontraídos, sin duda por algún sentimiento doloroso que le embargaba. Este hombre como hemos dicho, rayaba ya en los sesenta años. Se echaba de ver que estaba fastidiado, y de cuando en cuando una nube de mal humor atravesaba por su frente. Tenía un libro en la mano en el que solía fijar una mirada incierta y distraída, pero luego la levantaba para clavarla en la bella joven que tenía a su frente. Un...
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