Talentos D
58 INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, abril, 2005
Fijación
de la memoria
Algunos momentos de la vida no se olvidan nunca, mientras que el
recuerdo de otros se desvanece muy pronto. La razón podría esconderse
en los mismos procesos que modelan los circuitos de un cerebro en
desarrollo
R.
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tir la memoria a corto plazo en memoria a largo plazo. A los pocos minutos, lo recién sucedido desaparece de su
mente, sin dejar rastro.
La historia inquietante narrada en la película se inspiró en el caso real de un paciente, un tal HM en la biblio
grafía clínica. Cuando HM tenía nueve años, sufrió un accidente con la bicicleta que le interesó la cabeza. Le dejó
con un cuadro de epilepsia debilitante. Para aliviar sus ataques, que no podían controlarse por ninguna otra vía
terapéutica, los cirujanos le eliminaron partes del hipocampo y regiones adyacentes. Se logró reducir la frecuencia
de los episodios epilépticos. Sin embargo, en la intervención habían cortado, sin saberlo, la mis teriosa conexión
existente entre memoria a corto plazo y memoria a largo plazo. La información destinada a la memoria declarativa
—relativa a personas, lugares y acontecimientos— debe llegar al hipocampo antes de quedar registrada en la corteza
cerebral. Por eso, los recuerdos de hechos que se remontan a tiempos leja nos, almacenados ya en el cerebro de HM
antes de la operación, se conservaron con nitidez; en cambio, sus experiencias del presente se desvanecían de
inmediato 1. PARA SIMULAR LA FORMACION DE LA MEMORIA se emplea un aparato de registro electrofisiológico, que
estimula la descarga de señales eléctricas en una sección, de 400 micrometros de espesor, de hipocampo de rata,
para luego grabarlas.
en la nada. Visitaba a su médico todos los meses; cada vez, era como si se tratara de su primera entrevista.
Desde siempre los neurólogos se han sentido fascinados por la transformación de una experiencia mental presente
en recuerdo perdurable. Cuando nos presentan a alguien, almacenamos su nombre en la memoria a corto plazo y
puede perderse en pocos minutos. Pero hay ciertas in formaciones —el nombre de nuestro mejor amigo— que se
convierten en memoria a largo plazo y persisten toda la vida. El mecanismo por el cual el cerebro conserva ciertos
momentos y permite que otros desaparezcan se ha ido aclarando recientemente. Para ello, hubo antes que resolver
una paradoja fundamental.
La memoria, sea a largo o a corto plazo, nace de conexiones sinápticas entre neuronas. En las sinapsis, el axón,
emisor de señales, establece contacto con las dendritas de la neurona adyacente, prolongaciones re ceptoras de
señales. Cuando se crea una memoria a corto plazo, basta la excitación de la sinapsis para “re forzarla”, o
sensibilizarla transitoriamente, ante señales que puedan llegar más tarde. Para la memoria a largo plazo, ese
reforzamiento de la sinapsis se convierte en algo permanente. Tal proceso requiere que se activen ciertos genes y se
produzca la síntesis de las proteínas correspondientes.
Pero, ¿cómo pueden los genes, inmersos en el núcleo celular, regir lo que sucede en la lejanía de las sinapsis?
¿Cómo “sabe” un gen cuándo reforzar una sinapsis de forma permanente y cuándo dejar que un momento fugaz se
desvanezca sin quedar registrado? ¿Y cómo “saben” las proteínas codificadas por el gen qué sinapsis, ...
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