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Cuentos & Cuentistas Paris, Belle Époque

Bartolomé Leal desde Santiago
Cuando curioseaba, entre mis fuentes de información, acerca del poeta y narrador Louis Aragon a fin de redactar una columna anterior para La Ramona, tuve a la vista un libro bastante especial. Su adquisición obedeció al mismo impulso francófilo que me hizo aferrar, en un puesto de la Librairie Française en la feriadel libro de Santiago, el volumen de relatos de Aragon, Le mentir-vrai. Pues aquel otro libro lo hallé en la librería La Pléiade de Puerto Príncipe, capital de Haití.1 Me obligo a decir que Haití no ofrece sólo miseria y sufrimiento para alimentar las necesidades de truculencia de la prensa globalizada, sino que también posee heroicos medios intelectuales que subsisten sin claudicar. Pero ésa esotra historia. Pues tal libro constituye una minuciosa indagación acerca de la llamada

Belle Époque (primeras dos décadas del siglo XX), tal como se vivió en la ciudad
de París, vislumbrada desde la óptica de primera mano de los escritores que entonces la gozaron y retrataron. Un punto de vista de particular interés para mí, que residí por varios años en la capital de Francia... más de mediosiglo después, bien entendido.2 Los escritores, tanto los poetas, cuentistas, novelistas, periodistas y ensayistas, como los dramaturgos, panfletistas, predicadores o charlatanes, contaron un París que era por entonces “la capital mundial de las artes y de los placeres”. Así lo apunta la autora de este ensayo. Una época conocida por sus sensuales desenfrenos, sus alegrías etílicas y sus licencias detodo tipo; pero también una época de conflictos éticos: el juicio a Dreyfus, un militar procesado por traición, hecho complicado porque era judío; la aparición de vanguardias artísticas de vertiginosa radicalidad; los miedos que traían las nuevas y letales formas de guerra que se anunciaban; la delincuencia rampante y crecientemente violenta; la rica e inédita simbiosis entre arte popular
1Marie-Claire Bancquart, PARIS “Belle Époque” par ses écrivains, Éditions Adam Biro, Paris, 1997 2 2, rue Georges de Porto-Riche en el XIV Arrondissement.

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y cultura. Una época de grandes progresos técnicos que asombraban o asustaban. Una época en que se desarrolla un género en ascenso que trastorna a los lectores hedonistas, los cuales no creían que podía haber algo nuevo para conformar susexigentes paladares saturados de folletines históricos, de Alexandre Dumas, de Jules Verne y de otros magos de la narrativa decimonónica. Me refiero a la novela policial. El París de la Belle Époque dejó una impronta hasta el día de hoy, cuando la ciudad trata de mimar los encantos de antaño para gusto del turismo familiar, lo pervertido transmutado en pintoresco. Aunque entonces París erapsicológica y topográficamente diferente al de hoy, como apunta Mme Bancquart. El Bois de

Boulogne brillaba como un “jardín de mujeres”. Es el París de Zola, el cual hizo
de la ciudad el escenario de su puesta en escena naturalista; y el de Proust, quien con su Jean Santeuil hace un primer apronte a lo que será su obra magna, la Recherche, reflejo de una sociedad mundana corroída por la inestabilidad.Y con ellos otros escritores: Anatole France, Maurice Barrès, Roger Martin du Gard... Terrores, esplendores y misterios de una ciudad que se encarama en esa colina de la perdición que es Montmartre; y también en el Montmartre subterráneo, el de los túneles remanentes de viejas canteras, refugio de malandrines, científicos dementes y miserables, que se hallan entre los escenarios y caracteres de lanovela policial francesa en su época de oro, la cual contiene tanto de la crónica periodística de hechos delictivos como del anárquico estilo teatral llamado Grand Guignol. La novela “judicial” prima en el gusto popular hasta que aparecen los grandes cronistas del París insólito y venal: Maurice Leblanc, el creador del Arsène Lupin, el “caballero-ladrón”; y Gaston Leroux, el autor de El...