teatro










MADAME DE SADE
Yukio Mishima










Renée, la Marquesa de Sade
Madame de Montreuil, su madre
Anne, su hermana
Baronesa de Simiane, beata
Condesa de Saint Fond, libertina
Charlotte, sirvienta
PRIMER ACTO
Septiembre 1778

SAINT FOND.- ¡Insólito! He venido por petición expresa de Madame de Montreuil, ¡y ella se hace esperar!

SIMIANE.- No lo tome a mal;debe estar trastornada con la preocupación de su yerno. Dese cuenta que no la hemos visto una sola vez desde lo que ocurrió.

SAINT FOND.- ¡”Lo que ocurrió”! ¡”Lo que ocurrió” ! Cada vez que se habla de eso, le sacamos la vuelta diciendo “lo que ocurrió”. ¿Por qué no hablamos con franqueza? Usted está perfectamente enterada de todo “lo que ocurrió”, ¿verdad, Madame de Simiane?

SIMIANE.- Nosé nada, se lo juro. No he querido enterarme. Alphonse y yo fuimos amigos de infancia y prefiero recordarlo como era entonces, con su hermoso cabello rubio...

SAINT FOND.- Yo, por mi parte, he hecho averiguaciones bastante minuciosas. Le aconsejo taparse los oídos. Hace tres meses, Donatien- Alphonse-Francois, Marqués de Sade, viajó a Marsella con su criado Latour. Esa mañana, Latour reunió acuatro muchachas jóvenes en una habitación: Mariette, Marianne, Mariannette y Rose. Todas eran, desde luego, mujeres públicas. Al entrar en la habitación, el Marqués sacó de su bolsillo un puñado de monedas de oro e invitó a las muchachas a adivinar cuántas eran. Marianne ganó. Él hizo salir a las demás, pero al criado no. Luego hizo a los dos acostarse en la cama. Con una mano azotaba a la muchacha,con la otra excitaba el cuerpo del criado. Con una mano a la mujer, con la otra al hombre... Lo llamaba “señor marqués”, y hacía que el criado le dijera Latour. Después, hizo salir al criado y sacó una caja de cristal que contenía dulces afrodisíacos. Hizo que Marianne comiera siete u ocho, y luego la sodomizó.

SIMIANE.- ¡Dios mío, qué gran pecado! (Pausa) ¿Y después?

SAINT FOND.- Sacó ellátigo, erizado de alfileres y con manchas de sangre, y se hizo flagelar.

SIMIANE.- Algo de conciencia le quedaba todavía. Quiso castigarse y expulsar el demonio que llevaba dentro.

SAINT FOND.- No, para nada. Es sólo que es más fácil estar seguro del dolor propio que del ajeno. El marqués tiene una gran pasión por la certeza. Llevaba la cuenta de los latigazos.

SIMIANE.- Siempre lefascinaron los números.

SAINT FOND.- Pero si los números crecen hasta más allá de lo posible, incluso el mal se vuelve milagro.

SIMIANE.- ¿Cómo puede usted hablar de milagros en relación con... esas cosas, Madame de Saint Fond?

SAINT FOND.- Los milagros del Marqués de Sade no son aquellos que la gente como usted se limita a esperar. Aquel día en Marsella, Alphonse se obligó a esfuerzos cada vezmayores. Después de Marianne, vino Mariette, después Rose, después Mariannette: una y otra vez el látigo, el criado, el afrodisíaco, la sodomía. Al despedirse, el marqués dio a cada muchacha una corona de oro. No sospechaba que ellas lo confesarían todo ante un fiscal de Su Majestad.

(Aparece Charlotte.)

CHARLOTTE.- Disculpen ustedes la espera. Madame de Montreuil ya viene a su encuentro.SAINT FOND.- Felicítala de mi parte por la insólita combinación de visitas que tiene hoy: una santa y una corrupta. A su yerno le gustaría, ¿no crees?.

CHARLOTTE.- Yo no sé nada, Madame.

SAINT FOND.- No tienes por qué salir corriendo Charlotte. Trabajaste conmigo antes de entrar aquí y me conoces muy bien.

CHARLOTTE.- Nunca nos conocemos del todo, Madame. Pero es cierto: era casi unaniña cuando entré a su servicio, y fui testigo de todo lo que ocurría en sus habitaciones.

SAINT FOND.- Entonces, conoces mi reputación de diablo encarnado, a causa de la cual Madame de Montreuil me hace la cruz. Pero parece que, en las circunstancias actuales, no ha tenido otro remedio que llamarme.

SIMIANE.- No hable usted así. Madame de Montreuil ha llegado al límite de sus fuerzas y...