Ted va a la escuela
El señor D se levantó soltando un gran suspiro.
—Sí,supongo que será mejor que os diga algo a todos vosotros, mocosos. Bueno, hola. Nuestro director de actividades, Quirón dice que el próximo juego de capturar la bandera es este viernes. La cabaña cincoaquí presente controlará los laureles.
Un aullido de emoción salió de la mesa de Ares.
—Personalmente—siguió el señor D—, no me podría importar menos, pero felicidades. También, os debería decirque tenemos entre nosotros un nuevo campista. Peter Johnson.
Quirón murmuró algo.
—Eh… Percy Jackson—se corrigió el señor D—. Eso es. Hurra y todo eso. Ahora haced vuestra estúpida tradición debienvenida. Vamos.
La cabaña once inició un cántico, golpeando la mesa y haciendo una serie de gestos con las manos que no entendí igual que tampoco las palabras:
Mestizo, mestizo, ninoni.Gichigami, ratatouille, ¿de quién eres hijo tú?
Lanzadle, lanzadle, bienvenido al campamento.
¡Nadie es mestizo hasta que no se moja!
El tempo de la canción cambió y todo el mundo en elpavellón golpeaba sus puños contra las mesas:
¡Oooooooh…! ¡Percy besa el oso! ¡Percy besa el oso!
¡Percy besa el oso! ¡Percy besa el oso!
Los chicos más grandullones de la cabaña once me agarraron yme levantaron por encima de sus cabezas. Me intenté resistir al principio, pero me di cuenta que no había mucho que hacer, por lo que les dejé llevarme hasta las cabañas, con el campamento enteroriendo, cantando y empujándose los unos a los otros detrás de nosotros.
Bajamos hasta la cabaña de Clarisse, la que tenía el oso salvaje disecado por encima de la puerta de entrada. Luke me levantó ensus hombros para que pudiera alcanzarlo.
—¡Vamos, Percy!—gritó—¡Pégale un buen morreo!
La cosa era asquerosa, mohosa, apestosa y fea. Tanto que ni podrías llegar a creértelo. El morro...
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