Tercera medtación dedescartes

Páginas: 35 (8687 palabras) Publicado: 9 de diciembre de 2010
Texto de Descartes para la P.A.U.
“Meditación tercera.
De Dios; que existe”
[Se debe dudar de todo lo que no se perciba de manera clara y distinta.][1]
“Cerraré los ojos ahora, me taparé los oídos, dejaré de hacer uso de los sentidos[2], borraré inclusive de mi pensamiento todas las imágenes de las cosas corporales o, al menos, ya que esto es casi imposible, las tendré por vanas y falsas; yasí, en comercio[3] sólo conmigo mi intimidad, procuraré poco a poco conocerme mejor[4] y familiarizarme más conmigo mismo. Soy una cosa que piensa, es decir, que duda, afirma, niega, conoce pocas cosas, ignora otras muchas, ama, odia, quiere, no quiere, y también imagina y siente; pues he notado anteriormente, aunque las cosas que siento e imagino no sean acaso nada fuera de mí y en sí mismas,estoy, sin embargo, seguro de que esos modos de pensar, que llamo sentimientos e imaginaciones, en cuanto que sólo son modos de pensar, residen y se hallan ciertamente en mí. Y en esto poco que acabo de enumerar creo haber dicho todo cuanto sé verdaderamente o, al menos, todo cuanto he notado que sabía hasta aquí.
Para procurar ahora extender mi conocimiento, seré circunspecto y consideraré concuidado si no podré descubrir en mí otras cosas más de las[5] que no me he aperciido todavía. Estoy seguro de[6] que soy una cosa que piensa; pero ¿no sé también cuáles son los requisitos precisos para estar seguro[7] de algo? Desde luego, en este primer conocimiento nada hay que me asegure su verdad, si no es la percepción clara y distinta de lo que digo[8], la cual no sería, por cierto, suficientepara asegurar que lo que digo es verdad, si pudiese ocurrir alguna vez que fuese falsa una cosa concebida por mí de ese modo claro y distinto; por lo cual me parece que ya puedo establecer esta regla general: que todas las cosas que concebimos muy clara y distintamente son verdaderas[9].
Sin embargo, antes de ahora he admitido y tenido por muy ciertas y manifiestas varias cosas que, no obstante,he reconocido más tarde ser dudosas e inciertas. ¿Qué cosas eran ésas? Eran la tierra, el cielo, los astros y todas las demás que percibía por medio de los sentidos. Ahora bien: ¿qué es lo que yo concebía en ellas clara y distintamente? Nada más, ciertamente, sino que las ideas o pensamientos de esas cosas se presentaban a mi espíritu. Y aun ahora mismo, no niego que esas ideas se hallen en mí.Pero había, además, otra cosa que yo afirmaba y que, por la costumbre que tenía de creerla, pensaba percibir muy claramente, aunque la verdad no la percibía, y era que había fuera de mí algunas cosas, de donde procedían tales ideas, siendo estas ideas en un todo semejantes a aquellas cosas[10]. Y en esto me engañaba; o si por acaso era mi juicio verdadero, la verdad de este juicio no resultaba deningún conocimiento que yo tuviera.
Pero cuando consideraba alguna cosa muy simple y muy sencilla de[11] aritmética y de geometría, como, por ejemplo, que dos y tres juntos hacen el número cinco, y otras semejantes, ¿no las concebía yo por lo menos con claridad suficiente para asegurar que eran verdaderas? Y si después he juzgado[12] que podían esas cosas ponerse en duda, no fue por otra razón sinoporque se me ocurrió pensar que quizá un Dios pudo hacerme de naturaleza tal que me engañase[13] aun acerca de lo que me parecía más patente[14]. Ahora bien: siempre que esta opinión, que concebí antes, de la suprema potencia de un Dios se presenta a mi pensamiento, me veo obligado a confesar[15] que, si quiere, le es fácil hacer de tal suerte que me engañe aun en las cosas que creo conocer conmuy grande evidencia; y, por el contrario, siempre que vuelvo la vista hacia[16] las cosas que pienso[17] que concibo muy claramente, me quedo tan persuadido de ellas, que espontáneamente prorrumpo en estas frases: engáñame quien pueda, que no conseguirá[18] hacer que yo no sea nada mientras estoy pensando que soy algo, ni que venga un día en que se verdad[19] que no he sido nunca, si es ahora...
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