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Las religiones no cristianas

Ignacio Pérez del Viso, SJ *

Uno de los documentos del Concilio Vaticano II (1962-1965) que ha tenido más resonancia fuera de la Iglesia ha sido “Nostra aetate. Sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas”, que fue aprobado hacia el final del Concilio por las discusiones que despertó. Los objetores aducían que, hablando en forma positivade las otras religiones, se dejaba la impresión de que estaban todas en pie de igualdad, cuando en realidad Jesús es el Salvador del mundo, no uno más entre varios. Por eso, cada frase de este documento ha sido muy trabajada. Ahora bien, como en esta materia hay un progreso teológico continuo, el Magisterio también avanza gradualmente, recorriendo diversas etapas:

1. La salvación

Ensiglos pasados hubo posiciones más bien negativas sobre la salvación de los miembros de otras religiones, con el fulminante axioma de que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. Se admitía la posibilidad de la salvación casi como una excepción, mediante una revelación especial de Dios, como la que recibió el centurión Cornelio cuando se le apareció un ángel (Hechos 10,39). Pero en los añosanteriores al Concilio la actitud había cambiado en sentido positivo. Se afirmaba ya que todos los hombres se pueden salvar si actúan de buena fe y cumplen los Diez mandamientos. El eje quedaba así desplazado de la religión a la moral. No se salvan por lo que creen sino por lo que practican. Para muchos teólogos, se salvan “a pesar” de lo que creen. El axioma “Fuera de la Iglesia no hay salvación” quedabareservado para los que actúan de mala fe, es decir para quienes rechazan a la Iglesia sabiendo que es el camino ofrecido por Dios. Convengamos en que es difícil encontrar personas en esa posición, ya que quien rechaza a la Iglesia piensa que el camino no pasa por allí. Estará equivocado, pero puede estarlo de buena fe.

En los ámbitos pedagógicos, conviene insistir, no en posibilidadesteóricas de salvación (¿son muchos, son pocos?) sino en el deseo de Dios de que “todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,3). Dios no se queda contemplando cómo unos eligen el buen camino y otros el malo sino que, como una mamá, se desespera por sacar adelante a su hijo con problemas. No es el juez que nos espera al final del camino para calificar nuestra conducta, sino elamigo que nos acompaña, como a los discípulos de Emaús. Observando sólo el comportamiento de las personas, podríamos concluir que unos merecen un premio y otros un castigo. Pero recordando que el Padre se juega por sus hijos, que Jesús padeció por sus hermanos, podemos mantener la esperanza de que todos los hombres se salven, si bien todos necesitaremos ser purificados. De nadie afirma la Iglesia queesté condenado. El infierno es una posibilidad real, ya que podemos plantarnos ante Dios y negarnos a ser sus amigos, pero más real es la bondad seductora del Espíritu Santo.

2. La religiosidad

Si la religión es el elemento más bien objetivo, con sus templos, instituciones y ritos, la religiosidad alude al elemento subjetivo, el de las experiencias religiosas, las angustias y laspromesas. Los sociólogos se ocupan de las religiones y los psicólogos de la religiosidad, aunque con frecuencia se entrecruzan y en el fondo se complementan. Ahora bien, antes de abordar el tema de las religiones, conviene observar la religiosidad de sus fieles. Es el camino emprendido por el Concilio. Vemos una piedad litúrgica muy profunda en los judíos, un espíritu de oración reflejado en losmísticos del Islam, una apertura de los hinduistas ante el misterio divino, tremendo y fascinante al mismo tiempo, una iluminación purificadora en los budistas, etc. Son todos signos de una auténtica religiosidad.

Ya no se dice entonces que se salvan “a pesar de” pertenecer a otra religión, aunque tampoco se afirma claramente que ello ocurra “gracias a que” pertenecen a otros cultos. Queda...