Un bicentenario despues (vazquez franco)

Un bicentenario

Guillermo Vázquez Franco

T
oda oportunidad es buena para revisar el pasado que, en general, no cambia de perspectiva porque se encuentren nuevos elementos decisorios (al caso de nuestra disciplina, serían documentos realmente innovadores) sino que cambia porque nuevas generaciones, recogiendo la experiencia que se va acumulando, y con la sensibilidad de nuevos tiempos,"reinterpreta" ese mismo acervo con otros criterios. Quiero decir que, salvo excepciones, la visión que tenemos del pasado no se altera de manera traumática, sino que otra concatenación de los mismos hechos, ya conocidos -aun familiares- puede, con otra mirada, dar como resultado otra manera de entender y de explicar la Historia. No sería pues, el caso de nuevos descubrimientos sino de larevalorización -positiva o negativa-de lo ya descubierto, algo así como una redistribución de la herencia que recibimos de los abuelos. Tenemos derecho a pensar.
Bolívar,
un aporte desaprovechado

Conocemos desde el siglo XIX, por ejemplo La Carta de Jamaica y el Discurso de Angostura, donde el ambiguo, si no contradictorio Simón Bolívar realiza un notable análisis espectral de la Iberoamérica conmovida;sin embargo, para estudiar "científicamente" como se pretende, esa primera convulsión colonial, poco hemos aprovechado sus observaciones porque nos hemos dejado llevar por sentimientos, a la búsqueda de héroes y no por razones. Más corazón que cerebro.
Si ahora, bajo el estímulo de los bicentenarios y, sin duda, con otras coordenadas culturales, hincamos el escalpelo y reflexionamos de otramanera, reordenando los datos y la información, tal vez lleguemos a otras conclusiones, distintas de aquellas a que llegaron los muertos que nos precedieron.

después

Rescato y actualizo un penetrante comentario del Libertador, cuando el 15 de febrero de 1819 se expresó en Angostura refiriéndose a los hispanoamericanos: **[...] nuestra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra existenciapolítica ha sido siempre nula [...] estábamos colocados en un grado inferior al de la servidumbre [...]."

Pocos meses después, en célebre carta que fechó en Kingston el 6 de setiembre, describe la orfandad en que se encontraban sus compatriotas: "Estábamos [...] ausentes del universo cuanto es relativo a la ciencia del gobierno y administración del estado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores,sino por causas muy extraordinarias, arzobispos y obispos, pocas veces, diplomáticos nunca; militares. [...]." A continuación llega a una conclusión en la que los historiadores no nos hemos detenido como se debiera: "América no estaba preparada para desprenderse de la metrópoli, como súbitamente sucedió
[...]. Los americanos han subido de repente y sin los conocimientos previos y, lo que es mássensible, sin la práctica de los negocios públicos, a representar en la escena del mundo las eminentes dignidades de legisladores, magistrados, administradores del erario, diplomáticos, generales y cuantas autoridades supremas y subalternas forma la jerarquía de un Estado organizado." (señalado por mí)

Es en esta patética orfandad en que se movieron los protagonistas hace doscientos años -y algomenos- lo que puede explicar la presión de los acreedores europeos sobre Venezuela, la intervención anglofrancesa en el Río de la Plata, la aventura de Maximiliano en México o, reduciendo la escala, la presencia de Mauá en Montevideo donde Brasil, respecto de los uruguayos, se comporta en la misma proporción de una potencia europea respecto de países hispanoamericanos. Ahí están, si no, los Tratadosde 1851. Podría aceptarse -según sea el color del cristal con que miremos- que los ejemplos que cito obedecen a la dinámica imperialista, a la expansión del capitalismo, a la revolución industrial y etc., etc., pero obedecen, también, cosa que, en general, se soslaya, al insuperable estado de indefensión en que se encontraban los indianos cuando quedaron librados a su suerte, como lo deja...